Así es. Tal cual suena. Ni más ni menos que una clase sobre el calcolítico en torno a la necrópolis en proceso de excavación desde finales de enero en Los Milanes, una pequeña aldea o barriada de Abla. La clase magistral, porque así lo fue, la impartió el pasado sábado día 11 de marzo el propio director de la excavación y catedrático de Prehistoria de la Universidad de Granada, el Dr. Gonzalo Aranda Jiménez, que a su vez dirige el proyecto de investigación “GEA. Cultura material e identidad social” en el que se enmarca esta excavación. Nos acompañó también Marga Sánchez Romero, catedrática de Prehistoria de la Universidad de Granada e integrante asimismo del citado proyecto, y que nos visitará el 16 de marzo próximo para presentarnos su libro “Prehistorias de mujeres”.
A la cita llegamos con mucha curiosidad, y hasta diría que con nerviosismo, por la oportunidad surgida días antes por mediación de Lorenzo Cara Barrionuevo, arqueólogo y socio de Athenaa. La expectación era grande y, una vez hechas las salutaciones y presentaciones de rigor, encaminamos nuestros pasos desde el punto de encuentro hacia Los Milanes, haciendo una primera parada junto al poblado calcolítico de Las Juntas desde el cual se visualiza la necrópolis a visitar al otro lado del río Nacimiento. Por tanto, nos encontramos en lo que se llama el “Pasillo de Fiñana” que conecta la costa del levante almeriense y desembocadura del río Andarax con el altiplano granadino. Un lugar privilegiado de tránsito de poblaciones y culturas desde época inmemorial. Pero además, nos situamos geológicamente hablando en pleno conjunto nevado-filábride, lo cual se traduce en el predominio de las pizarras en el paisaje, siendo así el material dominante en los muros de mampostería que van a caracterizar las tumbas que vamos a visitar, pero también incluso hasta las construcciones actuales, como las paratas, eras o viviendas. Tal es así que junto a la barriada y al yacimiento hay una cantera de explotación de este material.
Del poblado calcolítico de Las Juntas comentar que aparentemente tendría tres anillos concéntricos murados, siendo el más pequeño e interior lo más elevado actuando a modo de acrópolis. Estamos hablando de un asentamiento de en torno al 2800- 2500 a.C., aunque posteriormente sería sucesivamente utilizado hasta época califal debido a su privilegiada ubicación en un típico espolón entre dos cursos fluviales, como Los Millares.
Una vez ubicados y contextualizados, cruzamos el río y, atravesando la barriada, ya estábamos visualizando las primeras estructuras funerarias, sin duda de tipo “tholoi”, o “tholos” en singular. La peculiaridad del yacimiento no estriba tanto en que se ubique sobre una colina, sino en que las tumbas se encuentren alineadas siguiendo las curvas de nivel sobre la divisoria de aguas, de tal modo que se visualiza constantemente el poblado con la gran carga simbólica que ello supone por la vinculación entre el mundo de los vivos y de los muertos, la importancia del más allá para las sociedades calcolíticas así como por el respeto que sin duda tenían por sus difuntos. Aunque desconocemos el ritual funerario que desarrollarían desde el momento de la defunción hasta la deposición del cuerpo en la tumba, desde este lugar casi que se desata la imaginación de cómo podrían realizarlo. Sin embargo, lo que sí se conoce es el ritual de enterramiento, que es el trabajo que realizan los arqueólogos, y que veremos más adelante.
En el yacimiento se han localizado hasta dieciocho tumbas, todas tipo “tholos”, pero sólo se van a excavar tres, el resto se dejarán para el futuro (incluso generaciones) como viene siendo habitual en arqueología. La razón es bien sencilla, con un muestreo de tres tumbas es suficiente para conocer el yacimiento, y es de suponer, por otra parte, que en el futuro los adelantos técnicos y científicos podrán aportar aún más al conocimiento de estas sociedades, como está sucediendo actualmente respecto a la investigación arqueológica de hace unas décadas. Incluso cambian los enfoques e intereses de investigación, como es el caso del Proyecto GEA liderado por el profesor Aranda.
Las tumbas tipo “tholos” son redondas, cubiertas por una falsa bóveda y un pasillo o corredor orientadas hacia sol naciente, algo muy normal en las sociedades neolíticas y metalíferas, pero que se repetirá en épocas y culturas posteriores siempre buscando que los templos estén “bien orientados”. Como se ve la carga simbólica y ritual es importante, en este caso con el “renacimiento” que siginificaría la salida del sol cada mañana, o la llegada de la primavera y el renacimiento de la vida tras el largo y frío invierno, casi asociado con el letargo de la vida, o la muerte.
Se entiende por falsa cúpula aquella que se realiza por aproximación de hiladas en casi anillos concéntricos hasta que se cierra con una última piedra o clave. En el caso de Los Milanes son de mampostería de pizarra en piedra seca, una piedra plana y ancha que proporciona mayor estabilidad y permite con “más facilidad” la construcción de este tipo de cúpulas. Serán también de pizarra las lajas que segmentan el pasillo de corredor de entrada a la cámara sepulcral, pero siendo éstas más finas y con una abertura central. Son tumbas como las que podemos encontrar en Los Millares o en otros poblados calcolíticos.
Este tipo de tumbas se consideran de tipo megalítico, aunque no responden al modelo más conocido del tipo “dolmen”. Los ortostatos de los dólmenes son sustituidos por lajas de pizarras un tanto más pequeñas. Sin embargo, conviene considerar que ambas construcciones convivieron en el tiempo, siendo más antiguos los dólmenes, pero las tumbas tipo “tholoi” se desarrollaron por todo el sureste peninsular y se extendieron hasta llegar a la desembocadura del Tajo. Estas tumbas recibieron tal nombre por considerarse heredadas de las que se encontraron en el mundo de Egeo y en todo el Mediterráneo oriental, y que llegarían al Mediterráneo occidental a través de los contactos comerciales. Pero los trabajos realizados por el equipo del profesor Aranda en base a pruebas radiocarbónicas en yacimientos de similares características en Almería y Granada, vienen a demostrar la mayor antigüedad de las tumbas peninsulares que las del Mediterráneo oriental, acabando así con un paradigma muy arraigado de la llegada de gentes con un status cultural superior procedente de aquellos lares.
Las dos tumbas excavadas en Los Milanes hasta ahora, y es de suponer que también la tercera que está en curso, han proporcionado literalmente miles de fragmentos de huesos de seres humanos que fueron depositados en diversas fases después de haber sido cremados. Los restos aparecen junto a un rico ajuar funerario, sobre todo cuentas de collar, la mayoría en hueso e incluso hasta en marfil procedente del norte de África, así como numerosas puntas de flecha. Con todo ese material no sólo se puede establecer la cronología a través del C-14, sino también el medio ambiente en el que vivían y qué aprovechaban de él para su supervivencia. Pero los arqueólogos también se pueden plantear, con el apoyo de ciencias auxiliares a la arqueología, el estudio de las poblaciones, no sólo la edad, sino también la procedencia a través del estudio del colágeno de los huesos o el esmalte de los dientes. De ese modo pueden saber si todos los difuntos eran de ese lugar, o procedían de otros sitios, incluso saber qué sitios conforme se vayan extendiendo este tipo de estudios en otros yacimientos.
Fueron algo más de dos horas de visita en un entorno privilegiado con vistas a Sierra Nevada, con una temperatura anormalmente cálida para la época del año. Una visita agradable y placentera, en un ambiente distendido y cercano como nos tienen acostumbrados Gonzalo Aranda y Marga Sánchez y su pequeño Gonzalo, que propiciaron que los asociados se sintieran en confianza y pudieran departir y preguntar cuantas dudas surgían. Fue ese ambiente el que permitió que por minutos a veces la profundidad de las explicaciones de los investigadores fuera subiendo para deleite de todos, pero siempre en un tono ameno. Es por todo ello, y porque decidieran dedicarnos un sábado de descanso familiar, por el que la Asociación Cultural Athenaa les está más que agradecida por su interés.