Viaje de A.C. Athenaa a Sierra Morena, a las localidades jienenses de La Carolina y Linares.

Viaje realizado y organizado por la Asociación C. ATHENAA los pasados días 18 y 19 de marzo/23, visitando La Carolina como Capital de las Nuevas Poblaciones de Carlos III, y el Conjunto Arqueológico de Cástulo en Linares.

LA CAROLINA

Nuestro primer destino es La Carolina conocida como la Capital de Las Nuevas Poblaciones creadas por Carlos III en el siglo XVIII, para repoblar y poner en cultivo las zonas desiertas y abandonadas de Sierra Morena, así como asegurar a los viajantes del ataque de bandoleros y malhechores en el camino principal de Madrid a Andalucía. Toda una utopía en pleno Siglo de las Luces en el que se pretendió poner en funcionamiento una sociedad rural modelo, basada en núcleos igualitarios y fundada en el trabajo de la tierra como principal fuente de riqueza, al amparo de la nueva filosofía de la Ilustración y sus nuevas ideas del mundo, el hombre y la naturaleza.

Una repoblación encargada por el rey al pensador ilustrado Pablo de Olavide y Jáuregui, que desarrolló un proyecto de sociedad agrícola con colonos procedentes de Alemania y con una jurisdicción independiente del resto de la monarquía. Esta circunstancia de repoblación agrícola de zonas improductivas nos vincula al repartimiento del Campo de Dalias en el siglo XVI y el proyecto del Instituto Nacional de Colonización en el siglo pasado, todos con el mismo propósito de poner en cultivo zonas de secano y establecer a los colonos que la trabajan en las cercanías de la explotación, y en el caso de Olavide y el INC con la creación de pueblos con una planificación urbanística funcional y dotacional.

Con estos antecedentes nos presentamos en La Carolina, donde el cronista oficial y Director Técnico del Museo de La Carolina, Pedro Ramos Miguel, nos recibe en la Plaza de las Delicias junto al Monolito de la Batalla de Navas de Tolosa, como punto estratégico de la distribución urbana de la localidad, y que nos irá informando a lo largo del recorrido por las principales calles y lugares de interés de la ciudad.

La planificación urbanística de las nuevas poblaciones de Olavide, se caracteriza por su funcionalidad, elegancia y equilibrio con un trazado simétrico dividido en manzanas rectangulares. En el caso de La Carolina es de planta hexagonal, estructurada a partir de dos ejes centrales que se prolongan vertical y horizontalmente donde se ubican los edificios más relevantes, jugando con los efectos visuales que ofrecen las variantes geométricas de las plazas convergentes.

Arrancamos la ruta desde la misma plaza de cara a la calle Madrid -nombre derivado del trazado del Camino Real de Andalucía a Madrid-, desde la puerta de acceso a la ciudad donde se encuentran enclavadas las Torres de La Aduana, el monumento más conocido y representativo de La Carolina. Dos torres simétricas de estilo neoclásico que enfatizan la perspectiva del eje de la calle Madrid, que se construyeron para flanquear el paso a la Plaza de la Aduana, una pequeña plaza circular donde se cobraban los impuestos y peajes a las personas y mercancías que entraban a la ciudad.

Avanzando por la misma calle Madrid nos volvemos a encontrar con otra zona abierta, en este caso es un espacio octogonal conocido como Plaza de Los Jardinillos, y que en su origen se usaba para los eventos sociales y públicos de la ciudad, como las corridas de toros.

Antes de alcanzar la Plaza del Ayuntamiento, en una de sus esquinas nos encontramos con un edificio compacto de estilo neoclásico de sillares almohadillados fechado en 1779. Se trata de la Antigua Cárcel de La Carolina, que según nos cuenta Pedro, fue residencia carcelaria del General Riego antes de ser enviado a Madrid para su ejecución, por haber presionado al rey absolutista Fernando VII a ratificar la Constitución de Cádiz y su posterior oposición bélica a la intervención militar francesa de los cien mil hijos de San Luís, que venían por solicitud del rey a restaurar el absolutismo real. También nos comentó que el calabozo donde estuvo encarcelado Riego, aún se conserva en el mismo estado que lo ocupó y es visitable, aunque en la actualidad el edificio está destinado a oficinas municipales conectado con el edificio del Ayuntamiento.

Antigua Cárcel de La Carolina

La Plaza del Ayuntamiento de forma rectangular, se puede considerar el centro urbanístico donde se localiza la Casa Consistorial y confluyen las vías principales. Gracias a la configuración lineal y las pendientes, se puede divisar todo el trazado de la avenidas que la confluyen, lo que viene a confirmar la funcionalidad y escenografía plástica del entramado callejero de esta planificación barroca.

Desde el ayuntamiento nos dirigimos al sur por la calle Real, donde se localiza una de las pocas viviendas para colonos originales que se conservan del proyecto de Nuevas Poblaciones, construidas bajo el precepto de sencillez y simetría con ausencia de jerarquías. Pedro nos trasmite apesadumbrado que el paso del tiempo junto con una deficitaria protección urbanística y las evoluciones económicas de cada propietario, han ido modificando su configuraciones y fachadas, de manera que actualmente solo quedan poquísimas construcciones originales del proyecto ilustrado.

Casa típica de colonos original en calle Real.

Al final de la calle Real se encuentra la Plaza de España, un nudo de conexión de forma triangular que fue la entrada sur de la ciudad hasta que se realizara el nuevo trazado de la Carretera Nacional IV. A destacar en esta plaza son Las Torres de la Fundación, dos monolitos realizados en sillería y rematados con cúpulas bulbosas y pináculos. Construidas en 1768 como monumento conmemorativo de la fundación de La Carolina y las Nuevas Poblaciones de Carlos III, trasladadas a su posición actual en 1873. Están distribuidas en tres paneles, los inferiores con textos hoy desaparecidos, los superiores dedicados a Carlos III y a Carlos IV -entonces Príncipe de Asturias- por renuncia expresa de Olavide a ser representado y ofreciendo la imagen de la Inmaculada que terminó en la fachada de su iglesia, apareciendo los bustos y escudos heráldicos reales, y en los centrales los relieves que reflejan las actividades agrícolas de los colonos en sus suertes.

Nos salimos del eje central para adentrarnos por la calle Ondeanos y a la altura del número 28 nos encontramos con la Torre de los Perdigones o de La Munición, un vestigio de la frenética época minera del siglo XIX y de máxima relevancia en la historia de La Carolina. Pertenecía a una fundición creada en 1825 cuyo uso era la fabricación de munición -perdigones de plomo- para la Guerra de Cuba. Hoy en día se conserva y se ha rehabilitado para la colocación de un Centro de Interpretación. En su interior se puede observar muestras e información del pasado industrial y minero de La Carolina relacionado con el material del plomo.

Ante la evidencia de la vinculación de esta industria minera con la época minera de la Sierra de Gádor, se mantuvo con Pedro un intercambio de información interesante sobre las conexiones entre las dos zonas mineras, sobre todo en relación al personaje principal Ignacio Figueroa y Mendieta, homenajeado en la torre por su ayuda en la Guerra de Cuba. Ignacio heredó de su padre Luís Figueroa la empresa minera «Casa Figueroa» con varias fundiciones en Adra que se suministraban del material extraído en sus minas en la Sierra de Gádor, y que con la bajada del rendimiento plomífero en Almería, traslada progresivamente su actividad empresarial a la nueva zona productiva de Linares y La Carolina. También se comentó sobre la llegada de una numerosa emigración almeriense de mineros y personal técnico y que hoy en día está muy presente en la sociedad carolinense, así como el importante enlace ferroviario Linares-Almería que surgió gracias a la minería jienense para su salida comercial por el puerto de Almería.

Tomando la calle Jardines para llegar a la Plaza de la Iglesia, nos encontramos con una Casa Nobiliaria como claro ejemplo de la arquitectura ecléctica e historicista de la burguesía minera de finales del XIX y principios del XX, y según nos comenta Pedro, ha sido escenario de varios rodajes de cine, y en particular en la serie televisiva «Vísperas» de TVE en el año 1987, ambientada en la conflictividad social y cambios económicos de la época minera en La Carolina.

Casa Nobiliaria en calle Jardines

Llegados a la Plaza de la Iglesia, comprobamos que es una zona elevada desde donde se divisa todo el eje norte-sur en toda su extensión, siendo uno de los lugares neurálgicos del pueblo, y en ella se sitúan:

La Iglesia de la Inmaculada Concepción construida inicialmente en 1578 como sede de la antigua fundación carmelitana de San Juan de la Cruz, reformada y ampliada con el proyecto de Olavide para la fundación de La Carolina, y en 1900 se le adosa la actual torre-campanario. Destaca principalmente por su austeridad propia de tipo conventual y portada barroca.

El Palacio del Intendente Olavide que ocupa parte del antiguo convento carmelita, construido hacia 1775 como símbolo del poder real destinado a sede de la Superintendencia de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía. De perfil neoclásico y alejado de los excesos del barroco, solo se conserva de su construcción original su magnífica fachada, de perfecta sillería que se distribuye entorno a cuatro columnas de estilo dórico., y coronado por un colosal escudo de Carlos III. Después de diversos usos y titularidades, en la actualidad es de propiedad municipal.

En la misma plaza se localiza en su extremo de levante, el monumento de San Juan de la Cruz que conmemora la presencia del santo en la ciudad en el siglo XVI.

Desde la misma plaza y anexado a poniente del Palacio de Olavide, entramos en el «Museo de La Carolina – Capital de las nuevas poblaciones», y Pedro como guía y su director, nos va a llevar por las dos plantas en las que está divido el museo para informarnos sobre el Patrimonio Histórico-Cultural de Sierra Morena. Se inauguró en 2011 partiendo de la colección del antiguo Museo Arqueológico de la Carolina, hoy alberga un amplio contenido del entorno natural, geológico y paisajístico, como la cronología de las comunidades humanas que han dejado su huella y testimonios.

El museo se inicia en la planta baja con una exposición del medio físico, fauna, flora y geología del territorio, para pasar a las salas más amplias que corresponden con la serie histórica desde las prehistoria hasta el siglo XVIII, donde destacan las cerámicas y piezas íberas, objetos de plomo romanos, piezas de la Batalla de las Navas de Tolosa y una extensa documentación y maquetas sobre las Nuevas Poblaciones, presidida por el retrato original de Olavide.

En la sala de las Nuevas Poblaciones, Pedro hace un resumen de lo que supuso la implantación de esta experiencia sociológica ilustrada, que trataba de crear una sociedad ideal y liberada de las taras heredadas del pasado. Tendrían lugar procesos y situaciones sociales y jurídicas muy diferentes a las de su entorno geográfico, que significaron una verdadera apuesta por una profunda reforma de la realidad contemporánea.

El proceso se inició en 1767 con la traída de cerca de 9.000 colones desde Alemania, cuyo traslado desde el lugar de origen hasta la suerte entregada iría a cargo del propio proyecto. A cada familia se le repartía un lote de tierra laborable de unas 33 hectáreas, recibiendo a su llegada los instrumentos necesarios, como aperos, ganado y animales de crianza, proporcionándoles los medios de subsistencia necesarios hasta las primeras recolecciones.

Se elaboró el Fuero de las Nuevas Poblaciones que regulaba la vida social y agrícola. Estaban obligados a vivir y tener en producción sus lotes de tierra, cuidando sus cultivos, sus ganados y sus pertenencias, pero los comienzos no fueron muy alentadores, la adaptación al idioma y al clima ocasionaron muchos fallecimientos, generalmente por paludismo y melancolía, en su mayoría mujeres por su aislamiento y falta de comunicación.

Al poco tiempo se fueron sumando colonos del levante español y las colonias comenzaron a hispanizarse, a las mujeres sin actividad se les adiestró en labores artesanales (textiles) para completar la economía agraria de forma honesta y útil, la educación elemental era gratuita y obligatorio, no se pagaban tributos, tenían representantes electos, servicios religiosos bilingües, alcaldía, cárcel… disfrutaban de unos privilegios y condiciones de vida mejor al resto del país y esto levantaba ciertas reticencias de algunos estamentos monárquicos, y en especial de la inquisición que consideraba algunos actos sociales peligrosos y contrarias a la fe.

A partir de una denuncia contra Olavide en 1775 ante la Inquisición, por los cargos de tener conductas dudosas como la promoción del carnaval, lectura de libros prohibidos, ausencia de santos en su casa y otras tantas, las Nuevas Poblaciones comienzan a sufrir el acoso de la Inquisición, y con la población asentada y el proceso repoblador acabado, terminaron integrándose totalmente al orden general en 1825.

La primera planta del museo está destinada casi en su totalidad a la minería de los siglos XIX y XX, con una completa colección de minerales, maquetas, herramientas y objetos de la minería, así como una recreación a escala real de una galería y un frente de plomo, ambientada con luz y los sonidos de una mina en plena actividad, donde el visitante al atravesarla puede hacerse una leve idea de la dureza del trabajo de los mineros. En esta parte del recorrido, Pedro no puede evitar expresar su emotividad y tristeza por la afectación trágica que sufrió su propia familia detrás del título de «el mayor productor mundial de plomo«, un lema que encubría una realidad dramática en la que vivían los mineros con sueldos precarios sin seguridad laboral, minas inseguras sin luz ni ventilación, enfermedades discapacitantes y mortales, desprotección de las viudas y huérfanos…, así mismo nuestro compañero y socio que nos acompaña en la visita, Santiago Girón natural de La Carolina, puede comprobar como miembros directos de su familia aparecen entre las diferentes fotografías expuestas de mineros que trabajaron en las minas.

LA FERNANDINA.

Después de una mañana completa y fructífera por el Patrimonio Histórico-Cultural de La Carolina, nuestros cuerpos y mentes necesitan un descanso y satisfacer las necesidades alimenticias para reponer las energías consumidas, y para ello nos vamos a desplazar hacía el sur, a la pedanía de La Fernandina junto al embalse del mismo nombre. La aldea presenta uno de los trazados más sencillos del conjunto de las Nuevas Poblaciones, de diseño rectilíneo y ortogonal, está formada por dos hileras de casas que flanquean un camino.

Para seguir completando nuestros conocimientos sobre la cultura de Sierra Morena, nos disponemos a experimentar la degustación de los productos locales y disfrutar de un entorno rural de explotación agrícola-ganadera, en concreto en una dehesa de encinas dentro de la campiña olivarera. Una tarde donde se pudo disfrutar del buen hacer de la cocina del asador del lugar, con un ambiente muy distendido, musical y muy agradable del grupo, cargando las pilas para la próxima jornada.

Mientras nos dirigimos a la ciudad de Linares para pernoctar y destino de nuestra siguiente etapa del viaje, vamos entrando en contexto teniendo la música del linarense Rafael como animador.

LA CIUDAD IBERO-ROMANA DE CÁSTULO (LINARES)

A tan solo 5 km. de Linares se encuentra el yacimiento de La Ciudad Ibero-Romana de Cástulo, asentada sobre un oppidum -meseta fortificada-. La ciudad ibera más importante de la región de Oretania, un esplendoroso pasado ibero que atrajo el interés de Roma y que convirtió la ciudad en espacio estratégico para los cartagineses, hasta el punto de que el general Aníbal se casó con Himilce, la princesa de Cástulo, lo que le garantizó la financiación de sus minas para la II Guerra Púnica. En la época del bajo imperio romano llegó a ser sede episcopal, siendo la tercera ciudad de Hispania más citada por los historiadores romanos.

Allí nos dirigimos para visitarla dentro del Conjunto Arqueológico de Cástulo, que engloba también el Museo Arqueológico de Linares-Monográfico de Cástulo, siguiente destino que también visitaremos al final del recorrido del yacimiento. En la entrada al recinto se encuentra el Centro de Recepción de los visitantes junto a los aparcamientos, donde nos recibe el que será nuestro guía e informador a lo largo del todo el conjunto, y se trata nada menos que de Marcelo Castro López, el director de todo el conjunto y quizás la persona que más sepa sobre Cástulo, un privilegio del cual vamos a disfrutar.

Antes de iniciar el recorrido, Marcelo nos informa que en la actualidad tan solo se encuentra excavado un 5% de las aproximadas 50 hectáreas del yacimiento, aconsejándose hacer un ejercicio de imaginación para su mejor comprensión, y nos invita a visualizar un video de introducción dentro del centro de recepción.

El video recrea la ciudad tal como se supone que fue, y la fórmula de intervención realizada que consiste en fijar un objetivo, inician la excavación y si no se cumplen las expectativas abren otro frente. Desde los años 60 del siglo XX, cuando se destaparon las termas y las letrinas públicas, se han ido realizando pequeñas actuaciones en busca del foro aún por localizar, catas que han permitido entre otros perfilar la muralla y encontrar el león que custodiaba una de sus puertas, localizar algunas viviendas de distintos periodos o descubrir los excepcionales mosaicos, y con las campañas de los últimos años se ha podido ir enlazando toda la información para reconstruir una historia que dibuja su perfil junto al último puerto fluvial del río Guadalimar afluente del Guadalquivir.

Cástulo fue una ciudad viva durante 4.000 años, desde la Edad del Cobre hasta que, hacia la segunda mitad del siglo X, sus habitantes se marcharon. Aunque mantuvo una población residual que aprovechaban las ruinas existentes para su refugio o/y escondrijo hasta el siglo XV. Después ha sido campo de olivos hasta su limpieza como yacimiento, y en la actualidad es una extensa planicie sobre la que crece las retamas y se sostiene alguna que otra construcción, pero que se encuentra en proceso de adecuación para las visitas turísticas a las zonas excavadas y expuestas.

Entre los tres itinerarios programados y el tiempo disponible, Marcelo se decide por hacer parte del Centro Urbano (I) y Ciudad Baja (II), dejando la zona del Cerro de la Muela (III) para motivar futuras visitas, y adentrándonos por los senderos habilitados alcanzamos la zona amurallada junto a la puerta Argentaria, puerta principal de entrada a la ciudad desde donde partía el cardo máximo hasta el centro urbano.

CENTRO MONUMENTAL

En mitad de la acrópolis llegamos al centro monumental, una isla excavada donde se localiza el Pórtico de Trajano con las termas, letrinas y otras instalaciones anexas, una construcción resultado de una reforma urbana del siglo I posiblemente costeada por algún personaje en busca de relevancia social. Consistía en un gran edificio público de más de 1.200 m2 con un patio central que se accedía por una escalinata desde la calle principal. Fue desmantelado en gran parte para la reutilización de sus materiales, pero se han podido recuperar sillares, viario circundante y cloacas, parte del enlosado del patio central y algunas columnas y cornisas, con lo que se ha podido hacer una caracterización del pórtico y la puerta principal. Este mismo lugar, durante los siglos IV y V d.C., acoge el establecimiento de una comunidad judía que lo adapta y termina abandonando de forma precipitada, posiblemente por acontecimientos dramáticos para la comunidad.

CIUDAD BAJA

El siguiente punto de visita está al sureste del centro urbano, una estructura que protege de las agresiones meteorológicas las excavaciones arqueológicas de dos edificios singulares: un lujoso edificio público de época altoimperial y posiblemente destinado al culto de Domiciano; y junto a él, encontramos otro edificio posterior, un complejo religioso cristiano de los más antiguos de la Península Ibérica, fechado en el siglo IV d.C..

Templo de Domiciano: Una construcción inacabada que estaba en construcción entre los siglos I y II d.C., que se sospecha que se construyó en honor a Domiciano, un emperador que no sobrevivió al final de las obras, pudiendo tratarse de un edificio que iba a ser destinado al culto imperial, pero se cree que nunca fue utilizado y con evidencias de demolición y dejadez para su ruina, posiblemente para hacer desparecer la memoria del honorificado. Tiene numerosos patios y salas de las que, hasta ahora, conocemos cuatro que están pavimentadas con mosaicos.

En la sala principal del edificio se descubrió el ‘Mosaico de los Amores’, una alfombra de 70 m2 con más de 750.000 teselas enlazadas como si acabaran de ser pegadas, con una variedad y calidad poco común, como el uso de la pasta de vidrio y piedras de colores, tan solo la representación de la alegoría del invierno contiene 24 tonos diferentes. Las paredes están construidas en un tapial de casi 4 metros de altura donde aún son visibles restos de estucos rojos y decorados compuesta por copas y flores. El mosaico es una exaltación de la abundancia y la fertilidad alrededor de dos mitos en los círculos centrales, el Juicio de Paris –en el origen de la Guerra de Troya- y el de la Luna y su amante-pastor Endimión, en sus cuatros esquinas las alegorías de las estaciones y los ciclos de la vida, y las lunetas que rodean los círculos centrales se decoran con seis erotes o amorcillos que representan escenas de caza de perdices, faisanes y liebres..

Templo Cristiano: Los restos anexos al norte de la sala del mosaico han servido de base para una construcción cristiana del siglo IV d.C., quizás el edificio cristiano más antiguo de la península. Un inmueble improvisado para la reunión, convivencia, y uso de una religión recién legalizada y con todos sus símbolos por definir, que no perduró mucho en el tiempo por un incendio que lo arrasó por completo en el siglo V. Cuenta entre sus dependencias con un pequeño baptisterio en el centro de la pared norte con una pila en su extremo, una posible sepulcro de reliquias, y un acceso porticado con verja donde se he encontrado una llave que posiblemente abría la estancia, así como varios enterramientos en sus inmediaciones. En una de las dependencias se encontró una patena de cristal que se encuentra expuesta en el museo en Linares, y que representa a Jesucristo con una imagen que guarda más similitud con Alejandro Magno que con la iconografía que posteriormente vendría a definir el cristianismo.

Con esta visita damos por terminada el itinerario en el yacimiento y nos disponemos a volver a Linares para ver el Museo Arqueológico donde se exponen todas las piezas encontradas en Cástulo, pero antes de partir Marcelo nos hace un resumen y conclusión de la investigación de la ciudad íbero-romana: Cástulo se inicia en el tercer milenio antes de Cristo y está viva hasta el siglo V, con muchos altibajos, nos ha dejado más volumen de información la ciudad romana que está más arriba que la ibérica, que a la vez no deja ver la capa del paleolítico medio. En cambio la ibérica nos deja mayor esplendor, ya que era la referencia principal en el sur de la península, por eso, sin duda, es la etapa más importante, aunque la romana es la que mejor se puede estudiar y exponer.

MUSEO ARQUEOLÓGICO DE LINARES

Una vez visitado el yacimiento como una parte del Conjunto Arqueológico de Cástulo, ahora nos toca visitar El Museo Arqueológico de Linares-Monográfico de Cástulo como centro expositivo monográfico de todos los materiales arqueológicos procedentes de Cástulo. Fundado en 1956 por el Ayuntamiento de Linares, en 1982 el Ministerio de Cultura habilita la casa del Torreón -antiguo palacio renacentista del siglo XVI que perteneció a la familia Dávalos en la calle General Echagüe nº 2- donde se inaugura la primera exposición permanente, e incorporado al Conjunto Arqueológico por la Junta de Andalucía en 2011.

Museo Arqueológico de Linares en Calle Gral. Echagüe

El museo está estructurado en tres plantas y con un patio central en la planta baja, con un recorrido por los diferentes espacios que nos guía por la historia de Cástulo, y nos mostrará elementos monumentales, sagrados y cotidianos del trabajo, las costumbres y las creencias de sus antiguos pobladores. En nuestra visita, Marcelo siguiendo el guion de nuestro recorrido en Cástulo, se va centrar en las salas ibera y romana repartidas entre la planta baja y primera. A continuación los elementos más destacados de nuestra visita:

LA DAMA DE CÁSTULO: Una de las últimas piezas incorporadas a la colección del museo ocupando su lugar definitivo en el patio cubierto y situada para ser vista desde la entrada; Se trata de una estatua de mármol de cuerpo de mujer sin cabeza, representa un modelo ideal de belleza donde la túnica y el manto la cubren casi por completo, pero deja traslucir detalles de su anatomía. Aunque se data del siglo I d.C. el contexto donde fue hallada el interior de una pequeña piscina de las termas son entre los siglos IV y V d.C.

CABEZA CON CASCO ÁTICO: Una cabeza de mármol perteneciente a una escultura del siglo I al II d.C., que fue parcialmente destruida en el siglo IV d.C. y posteriormente enterrada para darle dignidad bajo el pavimento de una calle principal junto al edificio Pórtico de Trajano en el centro monumental de Cástulo, pero que hasta la fecha sigue en investigación, aunque se reconocen las facciones de un varón de edad avanzada que está cubierto con un casco ático al modo del dios Marte.

ESCULTURA DE LEÓN: Una escultura de un león rugiente echado que sobre sus garras tiene una cabeza humana, según Marcelo puede ser de raza negra -alegoría a África/Cartago-, tallada en un bloque de piedra arenisca de casi una tonelada de peso. Se localizó en 2013 en la muralla norte en el Cerro de la Muela, era uno de los leones que flanqueaban una puerta monumental de cara al exterior, construida en el punto más alto de la muralla para ser visible a larga distancia para los que se acercaban a la ciudad.

PATENA DE CRISTO EN MAJESTAD: Un plato de vidrio decorado mediante la técnica del esgrafiado, de 22 cm de diámetro y aproximadamente 4 cm de altura, procedente de Roma en el siglo IV d.C. Presenta un estado de conservación excepcional, conservándose el 81% de la pieza, aunque se encontró muy fragmentada debajo de los escombros del templo cristiano de Cástulo, y ha supuesto una esmerada y complicada labor de restauración. Probablemente formaba parte del ajuar litúrgico, con la función de recibir el pan consagrado para distribuirlo entre los fieles, que junto al cáliz, eran los utensilios esenciales para la celebración del banquete ceremonial cristiano, la Eucaristía.

Es una pieza excepcional por su valor tanto religioso como patrimonial e histórico, que a pesar de su fragilidad no ha impedido su conservación durante siglos, y es que estamos ante una de las primeras representaciones de la imagen de Cristo en la incipiente formación de la Iglesia católica durante la segunda mitad del siglo IV d.C., cuando apenas existían representaciones de la fe cristiana y probablemente la primera de la Hispania Romana. Una composición extraña que muestra a tres personajes con aureola, destacando en el centro la figura de Cristo imberbe y con el cabello rizado al estilo alejandrino, flanqueado por dos Apóstoles, probablemente Pedro y Pablo.

Esta pieza no estaba en exposición por encontrarse prestada en la Mezquita de Córdoba para la exposición «Cambio de Era – Córdoba y el Mediterráneo Cristiano», no obstante Marcelo no dejó de informarnos sobre lo paneles expuestos de su extraordinaria importancia e interés debido a su carácter único que va a permitir un estudio casi completo del simbolismo religioso de esa época y la relación con el uso litúrgico y el rito de la eucaristía.

Estos han sido las piezas más significativas, aunque el recorrido y explicaciones de Marcelo se extendieron mucho más, como las cisternas y los curiosos materiales extraídos en su limpieza, elementos de la arquitectura ibera y romana y de la necrópolis ibera, la puerta-fortaleza de la muralla norte, ajuares funerarios, amuletos religiosos… pero eso ya lo dejamos para el interés particular de cada uno, dando por finalizado nuestra visita al Conjunto Arqueológico de Cástulo.

Antes de abandonar Linares, nos toca degustar su gastronomía en uno de sus establecimientos de restauración en la calle Cánovas del Castillo, disfrutando plenamente tanto de las sabrosas y excelsas viandas servidas, como del alegre y agradable ambiente grupal que nos ánima y alimenta el deseo para un próximo viaje.

Y ahora después de la foto del grupo para poner punto final al viaje, nos despedimos de Linares y Sierra Morena, que nos espera Paco el chófer en el bus y vuelta a casa.

Agradecimientos: La Asociación Cultural Athenaa como organizadora de este viaje, quiere tener una atención especial a nuestros guías: Pedro Ramos en La Carolina, que aparte de ser cronista oficial y Director del Museo de La Carolina es fundador y presidente de la Asociación Cultural Corso a Saliente; a Marcelo Castro en Linares, una eminencia en arqueología que lo avala su cargo de Director del Conjunto Arqueológico de Cástulo, a ambos por su total disponibilidad, saber hacer y amabilidad que han sabido mantener nuestro interés y curiosidad en todas sus exposiciones. También queremos incluir al carolinense Agustín Girón, hermano de nuestro compañero y socio Santiago, que ha sido nuestro intermediario para contactar con Pedro Ramos y Marcelo Castro, además de ser nuestro acertado asesor gastronómico, a todos, nuestro más sincero agradecimiento por su estimable colaboración.

Sobre el autor: Athenaa (fgo)

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