La Sala B del Teatro Auditorio de El Ejido acogió el pasado jueves 2 de mayo la segunda jornada del “III Ciclo de coloquios sobre Murgi” esta vez sobre los pueblos de colonización en Almería, organizada por la Asociación Cultural Athenaa, con las ponencias de los profesores Alfonso Ruiz García y Miguel Centellas Soler.
Introducción a los Pueblos de Colonización
Se entiende por pueblos de colonización un programa de reforma agraria llevado a cabo durante el franquismo por el Instituto Nacional de Colonización (INC) entre 1939 y 1971, año en el que dio paso al IRYDA (Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario). Durante esos años se crearon más de trescientos pueblos por toda España y repartidos entre 27 provincias, aunque se crean sobre todo desde los años 50 hasta primeros de los años 70.
En su mayoría se encuentran en las vegas de los grandes ríos (como el Plan Badajoz), aunque en Almería se crearon 14 sin que se dieran las condiciones idóneas para hacerlo. Sin embargo, los de Almería son de interés por la gran transformación sufrida desde su creación por el desarrollo agrario posterior.
Por estas circunstancias, la A.C. Athenaa ha centrado su interés en esta temática, tan desconocida a nivel general como a nivel particular (nuestra comarca y provincia), con el desarrollo de dos conferencias y una excursión.
Los objetivos de estas dos conferencias son: los pueblos de colonización en sí, y dentro de los de Almería y Campo de Dalías, los de El Ejido, en el contexto histórico en el que surgen en relación con la política nacional y la actuación del INC, y en el contexto histórico y económico de Almería. Y el segundo objetivo es analizar las causas de sus transformaciones en Almería que les hacen ser un caso único en el contexto general de los pueblos de colonización. Para visualizar todo lo analizado es por lo que se planteó una excursión a algunos de estos pueblos con los ponentes.
Los conferenciantes son autores de una obra escrita de referencia a nivel nacional en el ámbito académico sobre los pueblos de colonización, así como de sendas exposiciones sobre dichos pueblos y una retrospectiva sobre su evolución cincuenta años después de su creación, por lo que para Athenaa es un privilegio contar con ellos.
Con la presencia de la concejala de Cultura del Ayuntamiento de El Ejido, Elena Gómez García, el acto se inició con la presentación del presidente de Athenaa, Samuel Caro, que procedió a dedicar un minuto de silencio en memoria de nuestro compañero e histórico presidente, Paco Escobar, que nos dejó el pasado mes de marzo.
Tomando a continuación la palabra el profesor, Alfonso Ruiz, agradeciendo a los organizadores del evento por esta oportunidad de poder informar y poner en conocimiento los pueblos de colonización.
Comenzó Alfonso analizando el contexto histórico de la Almería de postguerra, con su atraso económico y social, estando en el vagón de cola de las provincias españolas junto con Granada y alguna que otra más. Las imágenes de La Chanca, las canteras califales o el barrio de Regiones Devastadas, algunas de ellas de Pérez Siquier, muestran cómo era la sociedad almeriense de la época, y eso que era la propia capital.
Salvo las zonas donde se daba el cultivo de regadío de la parra, la agricultura almeriense era de subsistencia de secano. Y fue en esas zonas donde el INC proyectó tres áreas donde desarrollar: Campo de Dalías, Campo de Níjar y El Saltador-Huércal Overa. La peculiaridad de estos pueblos en Almería está en el desarrollo que han tenido desde su creación y las transformaciones que han sufrido como consecuencia del mismo, evidenciándose en la modificación del diseño original de las casas o iglesias, o incluso la pérdida de casas y elementos patrimoniales urbanísticos o de obras de arte y elementos litúrgicos de las iglesias.
Estos pueblos distaban unos de otros con lo que se conoce como “módulo carro”, es decir, la distancia que podía recorrer un carro tirado por bestias en unos 45 minutos, y obedecían a una planificación previa desde Madrid, con unos claros objetivos sociales y económicos desde el punto de vista del régimen franquista.
Los Colonos
Dado que el objetivo principal del INC es la creación de empresarios agrícolas autosuficientes, había que crear un programa para su consecución. En primer lugar había una etapa de transición en la que el futuro empresario agrícola (el colono), estaba primero en tutela durante cinco años en los que estaba a prueba, recibiendo por ello una concesión administrativa de la tierra y casa por las que pagaba un alquiler. También además durante ese periodo contaba con el asesoramiento de los técnicos del INC.
Pasado dicho periodo, el colono firmaba un contrato por el que accedía a la propiedad amortizando una deuda al INC, una hipoteca a bajo interés por la casa y la parcela, y seguían contando con el asesoramiento técnico. En el trabajo de campo, los autores del citado libro cuentan cómo las palabras de los colonos en la actualidad son solo de agradecimiento hacia ellos por la labor prestada y por su cercanía y comprensión para cuando los necesitaron.
También había obreros agrícolas, es decir, jornaleros sin tierras. En su caso sólo accedían a una casa de parcela más pequeña que la de los colonos pero con huerto familiar para el autoconsumo. Luego estaban los artesanos, que se ubicaban en la zona de artesanías, normalmente en el centro del pueblo en lugar accesible, que disponían de vivienda junto a zona de taller. En ellas se instalaban los oficios más necesarios de cara a las necesidades de los colonos y sus actividades.
Todos ellos, colonos, obreros agrícolas y artesanos, necesitaban de un “informe favorable” del cura y de la persona responsable del “Movimiento” para poder acceder a estos pueblos y disponer de una oportunidad de desarrollo personal y familiar. Además, debían estar casados, tener familia, y una edad comprendida entre los veintitantos y la cincuentena máximo.
Eran años duros, sobre todo los primeros, en los que había que trabajar tierras muy pedregosas, al menos en el caso de Almería, que no eran propicias para la agricultura, y en las que había dificultades hídricas para el riego, pero cuyas obras de obtención de agua, normalmente de pozos, eran previas a la realización del pueblo. Pero sin embargo el ambiente era de solidaridad entre los vecinos dadas las carencias y dificultades con las que se encontraban desde su llegada. Todo ello propiciaba un ambiente participativo y un sentimiento de arraigo hacia el nuevo lugar por la oportunidad recibida pero que se perdió tan pronto como llegó la siguiente generación y vieron mejoradas sus vidas.
La nueva agricultura
El resultado de todas estas intervenciones y transformaciones es que los pueblos de colonización contribuyeron a lo que se conoce como el “milagro económico almeriense”. Es más, estos pueblos son los que más se han visto transformados de entre todos los pueblos de colonización de España debido al éxito de transformación agraria que vive el campo almeriense.
Mientras que en la zona del Levante en sus tierras yermas se introdujo la agricultura intensiva de regadío revalorizando miles de hectáreas de tierras incultas, en el Poniente vinieron a contribuir a lo que ya estaba aportando la agricultura de regadío del parral y la aparición de los enarenados.
En ambos casos se generó una economía exportadora, pero que en el caso del Poniente era conocida desde décadas anteriores debido al cultivo del parral sobre todo con la uva del barco. Tanto por las inversiones que se debían hacer como por la exportación se desarrolló un sistema bancario.
Otras consecuencias que supusieron un cambio radical por la nueva agricultura:
- – Proliferación de explotaciones familiares que permitieron el desarrollo de una clase media agrícola fruto del esfuerzo personal.
- – Explosión demográfica tanto en el Campo de Níjar como sobre todo en el Poniente almeriense, tomando como base una inmigración procedente de la Alpujarra y La Contraviesa caracterizadas por una agricultura de subsistencia.
- – Expectativas personales y patrimoniales del colono en corto periodo de tiempo.
- – Modernización total del campo base del desarrollo inexorable posterior.
Por tanto, el objetivo inicial del INC se había rebasado con creces, sobre todo el crear una amplia base de agricultores empresarios, produciéndose una transformación económica pero también radical del paisaje. Sin embargo, la falta de un trabajo histórico que refleje esta gesta o épica de estas personas es la vez un reto por realizar, pero también una contradicción pues no hay un reconocimiento por lo que supusieron en la transformación económica de la provincia.
Una ponencia que versó más sobre los aspectos técnicos de estos pueblos aunque sin obviar contenidos ya vistos en la primera ponencia, desgranando su conferencia desde tres puntos de vista:
- – El urbanismo.
- – La arquitectura.
- – El arte.
Con ellos pretendía Centellas poner en valor los pueblos de colonización de Almería y, en concreto, los del Poniente, analizándolos en el contexto de los pueblos de colonización en otras provincias, quedando claro desde el principio la singularidad de cada uno de ellos.
El Urbanismo
Desde el punto de vista urbanístico, estos pueblos contaban con: una iglesia con casa parroquial, un edificio administrativo con ayuntamiento, correos, juzgado y consulta médica, unas escuelas, artesanías con viviendas, hermandad sindical y hogares rurales donde tenían la sede el Frente de Juventudes y la Sección Femenina, viviendas para los funcionarios (secretario, médico, maestros, etc), el “almacén agrícola” y las viviendas de los colonos, que las había de diferentes tamaños y modelos, pero en cualquier caso con amplia parcela.
La parcela contaba con vivienda, patio, gallinero y cochineras y habitación de aperos y para bestias. También había viviendas para jornaleros, pero la parcela era más pequeña aunque contaba con terreno para un huerto para uso doméstico. En cualquier caso las parcelas podían oscilar entre los 600 y 900 metros cuadrados.
El cómo se distribuían todos estos elementos dependía del criterio del arquitecto, pero también del lugar (orografía y clima) en el que se encontraban. Una circunstancia que hacía que cada pueblo sea único y distinto a los demás. Sí tenían en común que se preveía una separación de circulación para personas y animales por calles principales (acceso a viviendas) y secundarias (acceso de dependencias agrícolas), según fuera por la puerta principal o la trasera.
Unas calles en las que los arquitectos jugaban con los volúmenes de las viviendas y las perspectivas de las calles para hacer de los pueblos más habitables. Lo mismo pasaba con las plazas, que tenían diversos tamaños, formas y ubicaciones que estaban a criterio del arquitecto y de su diseño ideal para cada pueblo, pero en torno a las cuales se ubicaban los principales edificios administrativos y religiosos, así como artesanías y edificios sociales.
La Arquitectura
Otro aspecto que destacó fue que son fruto de un amplio y complejo programa que tardó unos años en fraguarse desde que se fundara el INC en 1939 (aunque bebía de ideas y proyectos previos del regeneracionismo de Joaquín Costa y de la II República, pero también de la Rusia soviética, la Alemania de la Bauhaus o la Italia fascista) y en el que participaron arquitectos de reconocido prestigio, pero también otros que luego lo fueron por la oportunidad dada.
El Servicio de Arquitectura del INC fue dirigido desde 1943 por José Tamames Alarcón que, aunque desconocido y poco valorado, se le considera el verdadero artífice del programa constructivo y sin el cual no se comprendería la libertad creativa con la que actuaron los arquitectos. Bajo sus órdenes había una serie de arquitectos funcionarios, como Jesús Ayuso o José Luis Fernández del Amo, aunque en total trabajaron alrededor de unos 70 arquitectos, con nombres tan significativos como Alejandro de la Sota, Fernando de Terán o Antonio Fernández Alba, que serían contratados para cada proyecto.
Es de destacar, por chocante dentro de un régimen dictatorial, la libertad creativa con la que contaron estos arquitectos para diseñar el urbanismo, la estética de las casas o edificios públicos, o para contratar artistas que expresaron su manera de ver el arte en las iglesias y sus ornamentos litúrgicos. Sobre estos artistas el profesor Centellas nos refiere a un interesante y curioso artículo de la revista Cambio 16 de fecha 04/1983 “Artistas infiltrados. Rojos, ateos, abstractos en la creación de los pueblos de Franco” (se puede leer en los documentos adjuntos al final de la publicación).
La arquitectura religiosa
Dentro de la arquitectura adquiere especial relevancia en opinión de Centellas la arquitectura religiosa, con explicación de cómo evolucionaron las plantas de las iglesias durante el desarrollo de los pueblos de colonización desde plantas tradicionales, de cruz latina y basilicales, a plantas postconciliares que permitían espacios más diáfanos y de acogida a los feligreses. En ellas los elementos más destacados son los campanarios, que los hay de todas las formas y tamaños, pero siempre prominentes para ser vistos y escuchadas sus campanas desde la lejanía.
El Arte
La tercera y última pata que desarrolló Centellas, pero no por ello para él menos destacada, es el arte, las manifestaciones religiosas que se van a plasmar precisamente en las iglesias. En ellas llaman mucho la atención las vidrieras, desde las más figurativas hasta las más geométricas que casi recuerdan las pinturas de Kandinsky y Mondrian.
También intervenían estos artistas en el diseño y confección de los retablos o las estaciones del Vía Crucis, murales vidriados tanto en interiores (como en San Agustín), como en exteriores (como en El Solanillo, cuyas hechuras e iconografía recuerdan los relieves y pinturas del románico), pero siempre con el toque de modernidad que muchos de estos artistas vinculados al Equipo Crónica insuflaban en su arte a pesar de que fueran o pudieran ser ateos o agnósticos y no fueran afectos al régimen, pero veían en estas obras una oportunidad de expresarse además de financiarse para hacer otros proyectos personales según su visión del arte.
Cuidaban los arquitectos hasta el más mínimo detalle de estas iglesias; así se ve en el diseño de los ambones, pilas bautismales o los sagrarios. Todo ello siempre con la sensación de entrar a un templo bastante minimalista y sencillo, pero de tanta modernidad que a día de hoy son muy actuales.
Lástima que en muchas ocasiones tanto los parroquianos como los sacerdotes destinados a estas iglesias no hayan sabido valorar, quizá por desconocimiento, el valor artístico e histórico de sus templos parroquiales, como está pasando en los templos de San Agustín, La Mojonera o El Parador. Una verdadera afrenta hacia un patrimonio que aunque cercano en el tiempo y perteneciente a un periodo histórico denostado no significa que carezca de valor.
Terminaban así ambas conferencias. Sin duda, los ponentes nos habían ilustrado sobremanera con sus conocimientos y sus magníficas dotes para comunicar, pero también consiguieron transmitir los dos objetivos iniciales: comprender la importancia de los pueblos de colonización, sobre todo en el caso de Almería, y valorar la transformación sufrida desde sus orígenes con lo cual son reflejo del desarrollo económico y social de Almería que, desde el punto de vista patrimonial, está suponiendo una pérdida de elementos arquitectónicos y artísticos, o bien que se están viendo transformados, siendo en ambos casos sin que haya un control y asesoramiento. De ahí que desde Athenaa nos sintamos preocupados por estas dinámicas que pueden suponer y están suponiendo la pérdida de un patrimonio no menos valioso que el de otras épocas pretéritas.
ANEJOS DOCUMENTALES
– ILUSTRACIONES DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS ALMERIENSES
ORDENANZA URBANÍSTICA sobre los Pueblos de Colonización en el PGOU de El Ejido en su actualización de 2008.