Athenaa en la Ruta por la Almería Andalusí.

El pasado 26 de octubre Athenaa realizó una Ruta por la Almería Andalusí, una visita cultural por los vestigios de la época islámica como la Almedina, las puertas y murallas de la ciudad, la Alcazaba y la Iglesia de San Juan (mezquita mayor).

Nuestra jornada comienza en la Puerta de Almería en el Parque de Nicolás Salmerón donde nos recibe nuestro compañero y gran aficionado a la historia, Arturo Ortiz, que se presenta como nuestro guía en el día de hoy por el legado andalusí de Almería.

A modo de introducción, es llamativo que siendo Almería una ciudad musulmana con gran esplendor, sobre todo entre los siglos XI y XII, en cambio son muy escasos los restos islámicos que nos han llegado a la actualidad, bien por la cristianización del territorio con la eliminación física de la huella islámica, bien por las necesidades cristianas de remodelar las mezquitas en iglesias, la acción de los terremotos, los intereses urbanísticos… Lo cierto es que han provocado esta carencia de vestigios musulmanes, en contraste con los restos cristianos contemporáneos que si han permanecido en el tiempo.

Únicamente han subsistido de este periodo de esplendor una pocas construcciones y gracias a su funcionalidad eminente: una Alcazaba mutilada y reutilizada, paños pequeños de muralla, algunos aljibes y parte del muro de la quibla y el mihrab de la antigua mezquita mayor por ser aprovechados en la actual Iglesia de San Juan.

Para amenizar nuestra ruta por estos vestigios y lugares vinculados, Arturo ha recopilado varios textos sobre la descripción de alguno de ellos, por un escritor contemporáneo, el historiador andalusí y natural de Dalias, Al-Udri

El centro de interpretación se organiza en tres salas. En la primera de ellas se ofrecen un audiovisual ilustrativo y paneles informativos sobre el proceso de conformación del yacimiento y su posterior excavación, así como la repercusión social y debate público sobre la conservación de los restos encontrados.

En la sala situada al norte del centro de interpretación se localizan 5 balsas (piletas) romanas encajadas en la roca caliza pertenecientes a una factoría de salazón de pescado en especial de la Barracuda, así como la preparación del garum (salsa muy demandada y muy bien valorada por las clases pudientes). Hay que tener en cuenta que salar el pescado era imprescindible para su conservación y era la única forma que tenían de llevar el pescado a los sitios de interior.

La factoría pesquera estuvo en funcionamiento desde el s. I d. C. hasta el IV, con la importancia añadida de ser el único resto arqueológico romano conservado en la ciudad. Existe la tesis de que la Bahía de Almería se identifica como el Portus Magnum citado por autores latinos, y correspondería con un pequeño asentamiento ocupado desde hace más de dos mil años donde se aprovechaban los recurso marinos y faenaban las tierras de interior.

Esta factoría es previa a la existencia de Almería como ciudad. Siglos más tarde sobre ella se estableció un asentamiento musulmán como arrabal de la población que estaba asentada en la antigua Urci romana y después en Bayyana (Pechina), habitada de pescadores que contaban con un fondeadero que permitía el abrigo de los barcos en la costa, aprovechando la bahía existente a uno y otro lado de la desembocadura de la rambla de la Chanca. Durante el siglo IX estas excelentes condiciones de la bahía almeriense convierten el fondeadero en la salida natural por mar a los productos de Bayyana, un comercio basado en la producción agrícola, la fabricación de tejidos de seda, estelas funerarias con mármol de Macael y el tráfico de esclavos.

Sala con exposición de paneles sobre la industria de salazones en el sureste peninsular.

La situación privilegiada del fondeadero lleva al califa Abderramán III en el año 955 a establecer su escuadra naval, y con ello a impulsar la zona con la llegada de soldados, marinos y la industria naviera con la implantación de las atarazanas. Para proteger a la población en continuo crecimiento, el comercio, el dominio tributario y la amenaza de los competidores en el Mediterráneo, el califa funda la ciudad como una medina (Madinat al-Mariya), con la construcción de la Alcazaba (al-qasbah) como fortaleza de defensa y refugio de la población, así como del amurallamiento de la zona habitada entre el puerto y el cerro de la Alcazaba. La dota con uno de los puertos más prósperos e importantes de al-Ándalus con unas trescientas embarcaciones permanentes conocido como Puerta del Mediterráneo, así como una mezquita mayor, la Alcaicería (zona de comercio y artesanías) y el cementerio a extramuros en el camino de Pechina. El geografo Al-Udri dijo de la ciudad: …”es de perfecta construcción, con aspecto de metrópoli. Su medina antigua está cercada por una prodigiosa muralla…

La muralla de la época de Albderramán III que protegía la medina está compuesta por dos murallas que descendían hasta al puerto: una desde el límite oriental de la Alcazaba (Baluarte saliente) que discurría por la actual calle La Reina; y la otra desde el límite occidental (Torre de la Pólvora) bajando por la actual Avenida del Mar. El recinto quedaba cerrado al sur, el frente que daba al mar, por una tercera muralla que corría paralela a la playa, conocida en su día como “Cortina del Mar” por las olas que llegaban y rompían en su muros. Con las necesidades urbanísticas del siglo XIX se demolieron casi por completo, conservándose restos de paños en el Centro de la Tercera Edad en la calle Chafarinas, en el colegio Inés Relaño y en el edificio Puerta de Almería.

En la sala central del Centro de interpretación de Puerta de Almería se encuentran los restos de un lienzo de la muralla islámica del siglo X que cerraba la ciudad de Al-Mariyya por el sur frente al mar. Se trata de un tramo de cuarenta y cinco metros cortado por un pasillo que se corresponde con una puerta. Está realizada mediante tres paños trabados de mampostería sobre una base de sillares de arenisca con hiladas de piedras trabadas con mortero, irregulares en su interior de relleno y regulares en la cara exterior, siendo visibles en su zona superior restos de ladrillos y sillares incorporados en restauraciones posteriores.

Para el acceso a la Medina se localizaban diversas puertas en las murallas. Desde la playa se accedía por las puertas del Puerto y de las Atarazanas: en el tramo oriental por las puertas de los Aceiteros y de la Imagen; y a occidente por la Puerta del Socorro. Estas puertas se cerraban por la noche y estaban custodiadas por guardias que durante el día controlaban el tránsito al interior de personas y mercancías, aplicando las tarifas aduaneras.

En el tramo cortado de la muralla localizada en la sala central se conserva un pasillo que corresponde con los restos a nivel de cimientos de una puerta que se abría entre dos torres cuadrangulares que protegían la entrada, flanqueada por un bastión. Esta puerta medía 6 metros y era una excepción `porque para poder facilitar la entrada y salida de embarcaciones no disponía de recodo como medida defensiva para posibilitar la entrada y salida de embarcaciones. Dada la cercanía al lugar en el que se construían los barcos, algunos autores han interpretado que podría tratarse de la Puerta de las Atarazanas.

Pasillo en la muralla que corresponde con la Puerta Sur o Puerta de las Atarazanas.

En este enclave, Arturo nos lleva de la mano del geógrafo daliense Al-Udri a su visión en el tiempo con la lectura del primer relato: Atarazanas y su torre.

La destrucción de las puertas llegó con la ampliación burguesa de la ciudad en el siglo XIX. Su desmantelamiento generaba jornales y a su vez se recuperaban para su aprovechamiento los sillares, las rejas, columnas, madera y los hierros que las recubrían para evitar su incendio en los ataques.

La puerta de los Aceiteros, que después en época cristiana fue la de las Carretas por estar adaptada para las carretas, situada entre la calle Pizarro y calle Pedro Jover y que comunicaba con la vega por el camino hoy calle Hospital, estaba situada junto a la zona de las Atarazanas (demolidas en el siglo XIX) y la Alcaicería (mercado de sedas y especies en calles estrechas que procede de la palabra árabe “al-Kaysa-ia” “el lugar de Cesar” por el derecho concedido por el Emperador Justiniano a los árabes para vender seda), donde se concentraban las artesanías, oficios y suministros portuarios .

Puerta de los Aceiteros entre calle Pizarro y Pedro Jover.

Lectura del segundo relato de Al-Udri: Atarazanas y alcaicería portuaria.

Subiendo por la calle Pizarro y con la perspectiva a lontananza de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro San Cristóbal, alcanzamos el cruce con la calle Almedina, que como su nombre indica era la calle principal de la medina donde se localizaba la Mezquita Mayor. En este cruce se localizaba la puerta más monumental, conocida como la Puerta del Águila en la época árabe, y en la cristiana sería la Puerta de la Imagen. Parece ser que el nombre viene por una llamativa escultura de un águila en piedra antigua que adornaba la puerta. Era el acceso principal a la medina desde la vega que daba al cementerio del Oratorio por el camino que llevaba a Pechina donde un siglo más tarde Jayrán construirá en la nueva muralla la puerta de Pechina (Purchena).

Cruce entre calle Pizarro y calle Almedina (Puerta del Águila o de la Imagen)

A continuación tomamos la empinada y estrecha calle Molino Cepero hasta alcanzar la calle Almanzor frente al Baluarte del Saliente en el cerro de la Alcazaba, donde su visión panorámica se nos presenta de forma colosal a pesar de los andamios para su restauración. Una imagen de fortaleza imponente que también contemplaron aquellos que a lo largo de su historia se acercaban a su ladera con la pretensión de refugiarse o de conquistarla, y lo harían por la Puerta Oriental, la misma que luego fue conocida por de la Carnicería por su cercanía al Matadero de la Hoya.

Baluarte del Saliente (Alcazaba) entre las calles Almanzor y Viña (Puerta Oriental)

Lectura del tercer relato de Al-Udri: La Alcazaba.

Desde la calle Almanzor subimos por la calle Viña para alcanzar el enclave patrimonial de la Hoya en la calle Luna, un paraje que sorprende por la estampa que se extiende ante nosotros con toda la ladera norte de la Alcazaba continuada por la muralla de Jayrán que cruza el barranco y sube por el cerro de Layham. Allí los cristianos levantaron una ermita bajo la advocación de San Cristóbal, erigida en el lugar más alto de la ciudad como un símbolo de la Almería cristiana. Hoy se encuentra la imagen del Sagrado Corazón de Jesús.

Paraje la Hoya desde la calle Luna (Jardines Mediterráneos de la Hoya)

Este espacio, que albergó el primer asentamiento de la ciudad musulmana, quedó deshabitado en la época de su declive y se destinó a zona agrícola, un uso que también fue abandonado y acabó transformado en una gran descampado utilizado como vertedero, pasando al olvido a excepción de ser aprovechado en ocasiones puntuales como escenario cinematográfico. En fechas recientes ha sido sometido a una intervención paisajística con la intención de recuperar el singular enclave patrimonial para Almería, una intervención que ha suscitado ciertas críticas por la ausencia de temática arqueológica en la misma.

En la actualidad tiene la denominación de Jardines Mediterráneos de la Hoya con la intención de una celebración del clima mediterráneo semi-árido y un reflejo de la cultura del agua de Almería, y que reúne un entorno monumental, una reserva arqueológica y un santuario de flora y fauna en el centro de la ciudad.

El barranco de la Hoya estuvo ocupado en época medieval por el barrio marítimo (arrabal) de Bayyana. Se asentaba entre la Zona de la Hoya y la falda del Cerro de San Cristóbal, protegido por una muralla y coronado por una torre en la zona más alta del cerro de la Alcazaba, que tenía como objetivo vigilar la costa de amenazas piratas, y de ahí su nombre de “al-Mariyat Bayyana” (la atalaya de Pechina).

Con las recientes obras de regeneración urbana y paisajística del Cerro San Cristóbal han aparecido restos de viviendas árabes en la ladera del cerro entre las calles Luna y Pósito. En está última la constructora ha priorizado la planificación urbanística del viario y ha ocultado gran parte de la misma bajo el enlosado de la acera. Este enclave corresponde con el famoso «barrio de las perchas«, que durante las décadas de los 50 a los 70 del siglo pasado era un conjunto de casuchas insanas con moradores marginales donde se ejercía la prostitución más sórdida por mujeres víctimas de la desgracia y el hambre.

La Almería de Jayrán (1014 – 1028).

Durante el siglo XI, Almería se convierte en una taifa independiente, experimentando un gran crecimiento de población motivado por la prosperidad comercial junto con la llegada de población tras la desintegración del Califato de Córdoba, la migración de Pechina y el tránsito de viajeros de paso que dotaron con más de mil hosterías los arrabales de extramuros.

Este rápido crecimiento de población trajo consigo la proliferación de asentamientos a extramuros, lo que obligó a Jayrán, el primer rey de la Taifa de Almería, a levantar nuevas murallas al levante configurando el arrabal de la Musalla (el Oratorio), así como la ampliación de la mezquita y la Alcazaba con con una zona palaciega (segundo recinto).

Jayrán Al-Amiri

Fue emir de Murcia y Almería entre 1014 y 1028, cuando el Califato de Córdoba iniciaba su decadencia con la guerra civil andalusí que vivió Al-Ándalus entre 1009 y 1031 y que supuso el colapso del califato y la aparición de los primero reinos de taifas (fitna). Era miembro de la élite burocrática de origen eslavo que desempeñaba altos cargos en la administración Omeya.

Las primeras referencias a Jayrán aparecen ya en los conflictos entre califas en 1009. En 1013 abandonó Córdoba ante la entrada de los bereberes, haciéndose con el control de Orihuela y Murcia y, un año después, de Almería. Murió en 1028, dejando como sucesor a Zuhayr Al-Amirí (1028-1038), otro eslavo amirí y, quizá, su hermano.

La escultura de Al-Jayrán en guardia permanente frente lo que fue la sede de su poder.

Conocida como la Muralla de Jayrán, parte del primer recinto de la Alcazaba (Torre Norte), atraviesa el barranco de la Hoya hasta llegar al cerro de San Cristóbal (se conserva casi íntegro por no afectar a la expansión urbanística). Desde allí desciende por el trazado actual de la calle Vico y plaza del Carmen hasta la Puerta de Purchena, girando por la calle Obispo Orberá hasta Javier Sanz, donde de nuevo giraba hasta la rambla. Años más tarde se cierra con un paño paralelo al mar enlazando con la medina, ejecutado por Zuhair.

También amuralla el nuevo arrabal generado a poniente de la medina (al-Hawd o el Alljibe) con carácter comercial e industrial por su cercanía al puerto. Esta muralla arranca desde el tramo califal a occidental que baja de la Alcazaba y se extiende hasta la playa cerca de las estribaciones de la sierra de Gádor, desde donde continúa en paralelo al mar hasta unirse con la muralla califal de la medina junto a la Puerta del Socorro.

En el siglo XI también se desarrolla una importante industria de telas de lujo con la producción de tejidos califales y vestidos de seda por los que adquirieron notable fama en Alejandría, Yemen y La Meca, un esplendor y riqueza que el historiador onubense al-Bakrí (1014-1094) relata sobre los almerienses: “no había en Al-Andalus gentes más ricas, ni más hábiles para el comercio, ni tampoco más inclinados al lujo y un atractivo comercio, al derroche y a la acumulación de riqueza”. Durante esta época se dota a la ciudad con importantes obras urbanísticas: ampliaciones en las mezquitas, sistemas de canalización y conducción de agua a los distintos barrios y la construcción de los palacios de la Alcazaba por el Rey Al-Mutasím.

La Alcazaba

Ahora nos disponemos a subir a La Alcazaba y lo hacemos por la entrada principal de la fortaleza (Torre de la Guardia), abierta en una torre albarrana o adelantada que nos conduce a la Puerta de la Justicia a través de una rampa en zigzag de construcción moderna, protegida por la Torre de los Espejos, así llamada por un sistema de espejos para controlar los barcos que se acercaban.

Acceso a la Alcazaba por la Torre de la Guardia desde la calle Almanzor.

La puerta de época nazarí (primera mitad del siglo XIV) consta de dos partes: la torre cuadrada con dos alturas y almenas con un arco de herradura en su fachada (actualmente está en restauración junto a toda la Muralla Sur); y un patio adosado al interior que daba entrada al Primer Recinto a través de una puerta en recodo. Las remodelaciones sufridas han alterado considerablemente su aspecto original.

Puerta de la Justicia con fachada en restauración.

Primer Recinto Alcazaba.

Este recinto corresponde con la fortaleza construida por Abderramán III en el siglo X, estuvo totalmente urbanizado con numerosas casas, baños, dependencias, etc. así como una noria y aljibe para el abastecimiento de agua que fueron destruidos por el terremoto de 1522 y que hoy podemos contemplar parte de sus restos. En restauraciones de los años 40 y 50 parte de las estructuras arqueológicas fueron enterradas y se plantó vegetación sobre ellas, diseñando recorridos incompatibles con algunos restos y hoy casi todo el recinto se encuentra ajardinado. Desde la Torre Norte, Jayrán prolongó la muralla cruzando el barranco de la Hoya hacia el actual cerro de San Cristóbal, y por el interior de la alcazaba separando el primer recinto del segundo, mediante el muro de la Vela hasta la Torre Sur.

Vistas del primer recinto de la Alcazaba desde la Torre del Saliente.

Durante los siglos XVI y XVII se construyeron cuatro baluartes artilleros para aumentar su potencial defensivo. En la zona más oriental del recinto se encuentra uno de estos baluartes, la Torre del Saliente o Espolón, una construcción moderna sobre los restos de un torre califal que protegía el arrabal del Oratorio y de la que partía la muralla de la Medina, donde Arturo nos invita a contemplar desde esta atalaya privilegiada de la ciudad por donde se extendían las murallas de la antigua medina.

Baluarte del Saliente y al fondo la muralla de Jayrán por el monte de Layham (Cerro de San Cristóbal)

Lectura del cuarto relato de Al-Udri: Jairán y Almería.

En dirección al segundo recinto subimos por el paso de ronda de la muralla norte que da al barranco de la Hoya. Es el lienzo de los siglos X y XI y que mejor ha conservado su estructura original al no estar tan expuesta a la humedad del mar como la maltrecha fachada sur.

Muralla Norte con el Muro de la Vela al fondo

Después de la reciente restauración, la muralla presenta tres torres adosadas, así como una ventana que es el único testigo de lo que pudiera ser una torre albarrana, donde se ha respetado en el frente interior de la muralla el enlucido original de cal con marcas incisas donde se adhería un revestimiento. Construida con la técnica de mampostería y tapial con enlucido de cal, un enlucido que ha generado polémica por el efecto blanqueador de su imagen y que según el director de la restauración lo justifica, que al limpiar y restaurar los enlucidos y revestimientos de época medieval ha resultado un tono blanquecino. Una imagen muy lejos del color tierra al que estamos acostumbrados a ver en otros paños del monumento como se puede ver en su frente sur.

Ventana sobre la Muralla Norte como resto de una posible torre albarrana de origen califal.

Llegamos al final del primer reciento en la explanada del Muro de la Vela que separa del segundo recinto, donde se encuentra la Torre Norte como remate de la muralla norte y enlace con el lienzo que llega al Cerro de San Cristóbal. El muro original es del siglo XI pero fue reconstruido por los Reyes Católicos en el siglo XVI. Sobre el muro existe una espadaña con una campana conocida como Santa María la Mayor colocada en 1763, reinando Carlos III, y que servía para avisar de las incursiones piratas, marcar los turnos de riego en la vega y las aperturas y cierre de la puertas.

Torre Norte, vértice entre el Muro de la Vela y la Muralla Norte.

Este tramo de muralla fue sometido a una intensa restauración en los años 50 que cambiaron su fisonomía original. Con la restauración reciente se ha intentado corregir los errores sobre elementos ya modificados, aplicando materiales y fábrica similares a los originales, y en las zonas desaparecidas sin referencia fiables del estado original se ha optado por restaurar lo modificado, manteniendo diferenciados de forma visible las actuaciones, así como la recuperación del tono blanquecino por el enlucido de la cal como el resto de la nueva restauración en la Muralla Norte.

Paño del frente oeste del Muro de la Vela con las diferentes actuaciones de restauración a la vista.

Segundo Recinto Alcazaba.

Entramos al segundo recinto desde la Torre Norte, accediendo a un edificio anexo de los años 50 construido sobre antiguas dependencias militares del s. XVI Conocido como Casa del Alcaide que junto la alberca de los nenúfares, idealiza un conjunto pintoresco de inspiración andalusí, concebido como un complemento arabizante destinado a zona de recreo y descanso para los visitantes.

Vista de la alberca de los nenúfares y al fondo porche de la Casa del Alcaide.

Este recinto surge por la necesidad de Jayrán de ampliar la fortaleza de Abderramán III, una pequeña ciudad palaciega dotada con espacios residenciales privados, y zonas de servicio público como mezquita, baños, aljibes, administrativos, etc. El espacio se muestra con un grado alto de destrucción pero con interesantes edificios de enorme potencial histórico y arqueológico, combinado con edificios recreados con destinos didácticas e ilustrativos.

El segundo recinto con los Baños de la Tropa, zona palaciega y viviendas musulmanas.

Sobre la antigua mezquita destruida en el terremoto de 1522, los Reyes Católicos mandaron construir la Ermita de San Juan Bautista. Una pequeña edificación construida a base de ladrillos en estilo mudéjar, de planta rectangular, cubierta plana y un arco de herradura en su fachada. Su interior hoy diáfano, tenía un forjado que dividía el edificio en dos plantas que se ascendía por una escalera en la esquina noroeste. Atendió a las necesidades espirituales de la guarnición establecida en la fortaleza, y en la actualidad se utiliza como sala de usos múltiples para conferencias, talleres didácticos, actuaciones, etc.

Ermita de San Juan Bautista sobre antigua mezquita, junto el Muro de la Vela y los aljibes califales.

Junta a la ermita se encuentran los aljibes califales, una construcción semienterrada con poca elevación desde el exterior. Se compone de cinco naves de las cuales la central es la más ancha y comunicadas entre si por arcos de medio punto, con cubierta de bóveda de medio cañón.

Aljibes califales

Adosado a la muralla norte del recinto se localizan los restos de los Baños de la Tropa de finales del siglo XIII, construidos con hormigón de cal con mampostería en su interior. Se componen de tres naves abovedadas siguiendo el modelo romano, dispuestas consecutivamente y precedidas de un vestíbulo, situadas junto a las dependencias de mantenimiento y a un pequeño aljibe que las abastecía de agua.  

Se construyeron en el siglo XII aprovechando el espacio ganado al recinto con la ampliación de un nuevo lienzo de la muralla norte con la Torre Este, presentando en su construcción diferentes tramos de la muralla inicial califal con sillares en su muro sur, y tapiales de la torre en el muro occidental y muralla nueva taifal a su norte. Contaban con un pequeño aljibe, pero en una segunda actuación sería sustituido por un aljibe adosado, más grande y actualmente visible.

También visitamos dos viviendas musulmanas, musealizadas, recreadas y reconstruidas en 1960 a partir de sus zócalos. Formaban parte del conjunto de viviendas domésticas existentes en la parte externa del palacio, de construcción simple, funcional y totalmente desprovistas de decoración, características propias de la vivienda musulmana modesta. Al exterior presentan un único hueco para la puerta, de pequeñas dimensiones.

Entrada a las dos casas árabes recreadas en el recinto.

Entre el aljibe califal y la Muralla Sur a modo de entrada al segundo recinto nos encontramos con un arco cristiano. Se ha reconstruido reducido en su tamaño para ser adaptado a la altura de la muralla, con la curiosidad de ver dovelas sobrantes repartidas en lo zona del jardín.

Arco cristiano reconstruido junto a los aljibes califales

La parte más espectacular del recinto es el espacio en el que se han ubicado los palacios islámicos de la Alcazaba desde época taifa, hasta época nazarí. Son los restos de un lujoso palacio del siglo XI construido por el rey de la taifa de Almería, Almotacín o «Al-Mutasim» (1037-1091), sobre lo que hasta ese momento había sido la residencia de los gobernadores califales y del primer monarca de la taifa independiente, Jayrán.

Zona de palacios con la Torre de la Odalisca al fondo

Se distribuía entre un área pública (funciones de gobierno del rey), un área privada como residencia del monarca y su familia, y un área de servicios separada por un grueso muro con torres en los extremos por donde se realizaba el ingreso. Se estructuraba en torno a un jardín central con andenes sobreelevados, pabellones, salones y pórticos.

Al fondo junto a la muralla norte están los restos de la Torre de la Odalisca, construida en la segunda mitad del s. XII. Se trata de una de las edificaciones más significativas de época andalusí del conjunto monumental y una de las pocas estructuras que aún quedan del palacio.

Existe una leyenda referente al lugar como Mirador de la Odalisca, y que relata: Almotacín disponía de un harem, y una noche se quedó esperando a su concubina favorita, y esta no llegaba porque enamorada de las canciones de un preso cristiano, intentó liberarlo formando una ristra de pañuelos anudados con la que él pudiera descolgarse de la ventana de su prisión. Alertada la guardia por uno de los centinelas, el joven prefirió despeñarse antes de dejarse apresar. La concubina empezó a llorar en el alféizar de la ventana, muriendo de lástima poco después. Un relato que viene a dar cuenta de la dificultad de la convivencia de las dos culturas que había en la ciudad.

Hoy es posible pasear por lo que fue su gran patio de crucero, rematado con estancias al norte, perfectamente delimitadas por el actual muro de la venta de la Odalisca. En la esquina sudeste de este gran patio se localiza el baño privado de la reina.

Lectura del sexto relato de Al-Udri: Almutasim y su palacio.

Tercer Recinto Alcazaba.

Seguimos ascendiendo por la Alcazaba y ahora nos disponemos acceder al tercer recinto, el extremo más occidental de la fortaleza donde está el Castillo Cristiano, y lo hacemos por el frente de las tres torres semicirculares, cruzando un puente (levadizo en su época) sobre un foso que da paso a un recodo en forma de zaguán en la torre central, previo a la entrada al patio de armas.

Entrada al Castillo Cristiano en el tercer recinto por un puente sobre foso.

Su construcción se llevó a cabo tras la toma de la ciudad por los Reyes Católicos entre 1492 y 1502, ocupando parte de lo que fue la ciudad palaciega musulmana a consecuencia del mal estado en el que había quedado tras el terremoto de 1487. Se adaptó la fortaleza a las nuevas necesidades de tipo ofensivo y defensivo que suponía el desarrollo de la artillería moderna, con una técnica constructiva mixta de grandes muros de hormigón de cal gruesa recubiertos con sillerías de piedra y con torres de forma circular, ya que el sistema constructivo islámico a base de tapial, a pesar de ser un material resistente a las técnicas de asedio medieval, resultaba vulnerable a la guerra moderna y a la utilización de la pólvora.

Frente oriental con tres torres semicirculares con cámaras bajas de tiro y la «huella» del muro desaparecido.

El interior se organiza en torno al Patio de Armas, bajo el que se localiza un silo y un aljibe con dos naves. Inicialmente se encontraba dividida en dos partes por un muro que arrancaba de la Torre del Homenaje en dirección al mar, compartimentando el espacio en dos mitades asimétricas que aún hoy se puede ver con la «huella» que ocupaba. Este muro desapareció por una deflagración del polvorín en 1707 en la Torre Ochava, ubicada cerca de la torre sur de la barrera de entrada, también derrumbada en la explosión.

Patio de Armas, Torres del Homenaje, de la Norias del Viento, y de la Pólvora y foso-aljibe en el centro.

Todo el conjunto está dominado por la Torre del Homenaje, que presenta una portada gótica con un arco conopial, coronado por el escudo de los Reyes Católicos. A su poniente se encuentra la Torre de la Noria del Viento. En el centro del patio existe un aljibe rectangular y un silo acampanado que en ocasiones se utilizó como mazmorra. y en el extremo occidental la Torre de la Pólvora, con excelentes miradores sobre el puerto y la ciudad.

Un espacio relevante que nos encontramos en primer lugar es la Torre del Homenaje. Aunque fue concebida como residencia del alcaide de la fortaleza, apenas llegó a servir para esta finalidad y, básicamente, cumplía una función simbólica de poder. Pretendía, por tanto, intimidar, amedrentar y defender con su planta rectangular de potentes muros de piedra sobre mampostería.

Es la edificación más alta y visible de toda la Alcazaba con una altura superior a los 18 m. Compuesta de dos plantas, en la primera se ubica la sala de armas con un zaguán que da un patio interior, cubierta por una bóveda que evidencia una subdivisión en altura con forjado de madera: y en la segunda planta destinada al uso doméstico del alcaide, todo comunicado con una escalera de caracol que continua hasta la cubierta. En sus bajos existía un aljibe que recogía las aguas de lluvia en la cubierta y aseguraba el abastecimiento en caso de asedio.

Sala de armas en la primera planta de la Torre del Homenaje.

La la fachada orientada al sur se localizan los accesos principales con elementos ornamentales tales como la portada de estilo gótico isabelino con un arco de tipo conopial, los matacanes y el escudo de los Reyes Católicos. Sometida a una reciente restauración integral para detener su deterioro y recuperar su integridad material, donde se ha podido evidenciar entre otras las marcas de cantero en los sillares de las fachadas, asimismo, se han dotado las instalaciones y medios de seguridad para habilitar el uso de las estancias y la visita pública a todas las plantas.

Junto a la Torre del Homenaje, en su lado occidental, se ubica la conocida hoy como Torre de la Noria o del Agua. En las fuentes también se denomina como la Noria del Viento, construida con sillares de piedra sobre mampostería de forma semicircular con un pozo en su interior de casi 52 m. de profundidad. Estaba destinada al abastecimiento de agua del recinto con un sistema de bombeo mediante una noria de tracción animal. Posiblemente aprovecharía una perforación conocida y utilizada ya desde época califal.

Lectura del séptimo relato de Al-Udri: La Torre de la Noria.

En el ángulo más occidental se encuentra la Torre de la Pólvora, que también llegó a conocerse como Torre del Espolón, protegiendo el extremo más vulnerable del conjunto. Es el elemento defensivo de mayores dimensiones del complejo constructivo cristiano, debido al gran desnivel existente en la ladera del cerro que terminó por configurar la construcción de esta torre circular de grandes dimensiones, formando un ángulo agudo en busca de la desviación del fuego enemigo. Después de la explosión de la Torre Ochava en 1707, fue el nuevo depósito de pólvora hasta 1855 y se le instaló el que sería el primer pararrayos de la ciudad como elemento de seguridad para prevenir posibles explosiones accidentales.

Torre de la Pólvora o Torre del Espolón con los estrados de ascenso

El interior se divide en dos alturas sin comunicación interior. Un primer piso con dos ventanas con troneras en el suelo para la artillería, y la superior con dos huecos o vanos, tres ventanas y dos troneras. Al terrado se subía por dos tramos de escaleras existentes a cada lado de la torre. En la actualidad alberga dos piezas de artillería originales, de hierro fundido, del S. XVIII. y dos hojas de madera que Lorenzo Cara B. defiende que son restos de una puerta monumental doble de cuatro hojas, que pueden ser del siglo XVIII o principios del XIX, adquiridas en privado con la desamortización, permaneciendo en un cortijo de Pechina hasta mediados de los años 40 que fueron donadas al Ayuntamiento de Almería para un futuro museo de antigüedades medievales que no llegó a crearse. Sobre su procedencia algunos se inclinan por la Puerta de Purchena (Bayyana-Pechina), pero él las vincula con la Puerta del Sol que se localizaba en mitad de la muralla oriental de artillería (s. XVI) que daba a la vega.

Una vez finalizada nuestra visita a la Alcazaba, regresamos a la calle Almanzor para recuperar fuerzas con una comida intercultural en un establecimiento de ambiente árabe (Tetería Almedina Baraka, regentada por Naima) y con vistas a la fortaleza.

Recuperada las fuerzas, retomamos nuestra ruta por los restos andalusí de Almería, nos dirigimos por la calle Pendiente y su continuación calle Fernández en la ladera suroeste de la Alcazaba, bajo el desaparecido hotel conocido como Mesón Gitano, para visitar el Yacimiento Arqueológico Barrio Andalusí un Centro de Interpretación y Colección Museográfica.

Calle Fernández al pie de la Alcazaba

Barrio Andalusí

Esta zona a los pies de la Alcazaba ha estado ocupada desde el siglo X, con la fundación de la ciudad por Abderramán III, como zona de almacenamiento de grano y abastecimiento de agua con la excavación de silos. A partir del s. XI, con el crecimiento de la ciudad, empieza a configurarse un barrio y en el s. XIII comenzará a despoblarse con la decadencia de la ciudad. Con el terremoto de 1522 la zona queda totalmente despoblada y a finales del s. XIX comienzan a proliferar cuevas habitadas a pie de la fortaleza. En los años 60 del siglo XX con el boom de la planificación turística se construye el pintoresco hotel-restaurante Mesón Gitano, que termina siendo abandonado en los años 80. Las instalaciones se derrumban y se llenan de escombros y basuras hasta que el Ayuntamiento lo habilita como parque urbano.

Entre 2014 y 2016, con motivo de la construcción de un nuevo centro vecinal para darle servicios al barrio, junto con la prolongación de la calle Fernández, creando un nuevo vial que conectase la Alcazaba con el barrio de Pescadería y la Chanca, se procede a una excavación arqueológica donde aparecen los restos de un barrio andalusí. Los restos aparecidos presentaban un excelente estado de conservación que se han conservado, protegido y puesto en valor dentro de un edificio cerrado inaugurado en 2023, y que ha suscitado cierta polémica urbanística y ambiental.

El Yacimiento Arqueológico Barrio Andalusí está compuesto por los restos arqueológicos de una calle del barrio andalusí de la antigua madina de al-Mariya (siglos XI y XII).

Yacimiento Arqueológico Barrio Andalusí visto desde la primera planta

El edificio alberga el yacimiento junto con un Centro de Interpretación y Colección Museográfica. Ocupa unos 900 m2 de extensión con 17 viviendas con la planta propia de la arquitectura doméstica de este período. Está distribuido en varios espacios repartidos entre dos plantas: en la planta baja se ubica la zona de recepción, un Salón Multiusos para exposiciones temporales, el Salón de Actos para conferencias y eventos, y donde los restos de una de las calles del barrio andalusí; y en la primera planta el yacimiento arqueológico y la colección museográfica.

El recorrido por el yacimiento muestra el urbanismo del barrio, sus calles estrechas y adarves, casas talladas en la roca con cuevas como estancias, silos y pozos de agua. Para comprender cómo vivían los habitantes de este barrio se dispone de paneles y videos informativos, una maqueta de la Almería medieval, así como de una interesante aplicación APP de realidad aumentada para poder recrear in situ de forma virtual el estado de las edificaciones en su época.

También contamos con la colección museográfica donde se exponen más de una centena de piezas recuperadas durante las excavaciones, como materiales de construcción, ollas y hornillos, vasos, candiles, juguetes.. y un llamativo tesorillo de época almorávide (33 monedas de oro) recuperadas en el siglo XX en la Alcazaba

Para terminar nuestra ruta por la Almería andalusí, Arturo nos propone acercarnos hasta la Ermita de San Juan Evangelista junto al Cuartel de la Misericordia en el barrio de San Antón, donde se conservan los únicos restos de la antigua Mezquita Mayor (Aljama).

Iglesia de San Juan Evangelista.

Alcanzada la calle General Luque nos encontramos con la Iglesia de San Juan. El motivo de nuestra visita es ver los vestigios de lo que fue la Mezquita Mayor de Almería, aunque el espacio de la iglesia no corresponde con el primitivo de la mezquita a excepción del muro de la qibla y el mihrab. La edificación es una planta sencilla de una sola nave rectangular, y una fachada que presenta muros de sillería almohadillada con un frontón decorado con el escudo de Portocarrero.

Fachada y puerta principal de la Iglesia de San Juan en calle General Luque

Con la fundación de la ciudad en el s. X se mandó construir una mezquita mayor en la parte llana de Almería en la medina, entre la Alcazaba y el mar. Con el aumento de la población durante el s. XI, era necesario ampliarla. Jayrán la dotaría de cinco naves y más tarde su sucesor Zuhair mandó acrecentarla por todos sus lados menos por la zona del mihrab, resultando una mezquita con siete naves. Con la conquista cristiana de 1147 la construcción sufre graves deterioros, daños que se incrementaron por los ataques almohades venidos de Ceuta en 1151. Los Reyes Católicos cristianizaron el espacio y se trasformó en iglesia catedral. El terremoto de 1522 arruinó la mayor parte del edificio y tan solo se salvó el muro de la quibla (fondo de la mezquita) y el mihrab. No fue hasta 1615 cuando el obispo Portocarrero, aprovechando los materiales del derribo de la antigua mezquita, la reconstruyó ocultando los restos salvados del terremoto, trasladando a ella la antigua parroquia de San Juan Bautista. Durante la Guerra Civil perdió la techumbre, hasta que en 1979 se rehabilita para el culto. En 1991 se restaura recuperando el muro de la qibla y el mihrab que hoy podemos contemplar.

Restos del muro de la qibla y la hornacina como mihrab de la antigua mezquita mayor

La Mezquita Mayor presentaba en su momento de mayor esplendor una planta de 40×70 m. aprox., dividida en 7 naves separadas por arquerías, capaz de albergar a 9.000 fieles. Se encontraba orientada al sur y al fondo se encontraba el muro de la qibla y en su centro un pequeño nicho donde estaba el mihrab. En el patio se encontraba la fuente donde lavarse (abluciones) antes de las oraciones rodeado de un jardín de árboles, sobre todo limoneros, y en un lateral el minarete o alminar, una torre desde donde el almuédano llamaba a la oración.

El mihrab (zona sagrada para colocar el Corán y lugar hacia donde debe dirigirse la oración musulmana, equivalente al altar cristiano pero exento de imágenes) que ha perdurado hasta la actualidad, es de planta cuadrada que los almohades la transformaron en octogonal, abierto en el muro de la qibla mediante un arco de herradura. Está cubierto por una cúpula decorada con motivos típicos almohades sobre un friso anterior de época califal.

Lectura del octavo y útlimo relato de Al-Udri: 2ª ampliación de la Aljama de Zuhayr.

Con esta visita a la Iglesia de San Juan damos por finalizada nuestra ruta andalusí por la ciudad de Almería, una experiencia interesante que nos ha generado curiosidad por nuestro pasado andalusí, y cómo aquel tiempo ha ido dejando su huella en forma de vestigios repartidos por toda la ciudad, y que de la mano y orientación de nuestro guía Arturo Ortiz, a quien le agradecemos su entrega y dedicación, nos ha ofrecido una jornada atractiva e ilustrativa moviéndonos por las calles y edificios que esconden el gran tesoro que es la huella de nuestro pasado. ¡Hasta la próxima!


Maqueta de Almería musulmana con referencias de ubicaciones destacables

Sobre el autor: Athenaa (fgo)

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