El pasado 9 de noviembre pudimos disfrutar de una visita a Felix como capital de La taha de Almexixar, a la alquería morisca del siglo XVI junto con sus elementos patrimoniales de ese tiempo que aún se conservan, así como otros construidos con posterioridad. Y que mejor manera que de la mano de un guía excepcional, el humanista Gabriel Cara Rodríguez, coautor junto a su padre Gabriel Cara del libro «Apeo de la Taha de Felix – 1573» y continuador del museo a su nombre en Roquetas de Mar.
A modo de introducción para conocer el contexto de nuestra visita, hacemos un pequeño repaso a la historia previa a la taha de Felix:
Según cuenta al-Udrí (geógrafo de raíces dalienses del siglo XI), su antepasado Zugayba era jefe de las primeras tropas yemeníes que llegaron en el siglo VIII a la península, reconocido como señor feudal de la mayor parte de la sierra de Gádor y toda la llanura hasta la costa (comarca del poniente), incluida la ciudad de Dalías como posible residencia del reyezuelo. Para la protección de sus dominios mandó construir en sus extremos dos plazas fuertes o castillos, una a poniente en Escariantes (Darrícal), y la otra a oriente como defensa y punto de vigía sobre el mar en Sant Aflay, el yuz árabe de Felix,
Abderramán II en el siglo IX manda reforzar la costa en la Baja Alpujarra como medida de protección a los ataques de incursión de los vikingos, obligando a la población abandonar los asentamientos cercanos al mar y replegarse al refugio de la sierra, propiciando el incremento de población en Felix y su reforzamiento defensivo.
Durante el primer tercio del siglo XIII, el estado nazarí del reino de Granada estructura toda la comarca alpujarreña, agrupando asentamientos de vecinos cuya población total no excediera de los dos mil vasallos en pequeñas tahas o jurisdicciones. Cada taha ejercía su propio control político y administrativo, funciones de las que respondían ante los emisarios de la corona. La Alpujarra almeriense quedó dividida en siete tahas: BARYA (Berja), DALAYA (Dalías), ANDARAX (Laujar), LUCHAR (Canjáyar), MARCHENA (Huécija), BOLODUC (Alboloduy) y ALMEXIXAR (Felix).
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La taha de Almexixar o de Remepipar, era el distrito alpujarreño más cercano a la capital. La integraban los lugares de Felix, Vícar, Enix, El Marchal de Miralles y más tarde el de Antón López, así como la zona costera desde el Cañarete hasta Punta Entinas. Su capitalidad quedó establecida en Felix, plaza que por su mayor población y raíz histórica era considerada cabecera de comarca. Comprendía los actuales términos municipales de Felix, Enix, Vicar, La Mojonera y Roquetas de Mar.
A mediados de el siglo XV, uno de los último reyes de Granada Yusuf V «el Cojo» o al-Ahnaf, incorpora la taha de Almexixar a la jurisdicción de Almería para que la ciudad esté más enriquecida y segura por su defensa por la parte montañosa de poniente.
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Con esta pequeña introducción pasamos a nuestra visita a la alquería de Felix, y lo hacemos desde el cruce de caminos moriscos a la entrada del pueblo donde hoy se encuentra el consultorio médico. Por el este el camino de Almería (hoy Ctra. AL-3401) y desde el oeste el camino de Dalías (hoy calle Roquetas de Mar).
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Gabriel nos avanza el itinerario que vamos a seguir en base a las descripciones del Libro de Apeo y Repartimiento de la Taha de Felix o de Almegijar (L.A.R.) del año 1573, y cuya copia del siglo XVIII se encuentra en el Ayuntamiento de Felix. Es un Apeo de las propiedades abandonadas por los moriscos después de finalizada la guerra de Las Alpujarras y su expulsión en 1570, con la intención de hacer su reparto entre lo nuevos repobladores (cristianos viejos). En este libro se deslindan las casas y heredares moriscas con una descripción meticulosa del territorio felisario del siglo XVI. Gracias al rigor en el detalle descriptivo hoy nos permite reconstruir la fisonomía, distribución, características y límites de Felix y sus marchales, así como poder evidenciar su evolución, identificar hitos (peñas, caminos, edificios…), y no menos importante, rescatar del olvido los nombres y topónimos antiguos. (foto Libro «Apeo de la Taha de Felix» – pag.19)
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Puente del Barranquillo.
Nuestra primera parada la hacemos siguiendo el camino de Dalías que bordea el sur del pueblo. La hacemos frente al Arco o Puente del Barranquillo en la intersección del antiguo arroyo principal, hoy calle Barranco. De dimensiones pequeñas, está construido en mampostería de piedra seca y una arco de medio punto con dovelas de lajas superpuestas. Su base se asienta en los balates de los bancales anexos que a la vez retienen las aguas de lluvia y preservan el manto de la tierra en las avenidas. Se desconoce la fecha de su construcción y se supone que tuvo su origen para poder dar paso de una finca de naranjos a otra separada por el barranco.
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Este arroyo concejil o principal, dividía la alquería de Felix en dos barrios diferenciados: a levante la zona neurálgica a pie de la fortaleza, junto a la mezquita y la fuente pública donde se instalaron los musulmanes por derecho de conquista, la Sant Aflay original; y a poniente el entorno al ejido común (plaza del Ejido hoy Glorieta de San Roque), la ermita y la torreta, se asentaban los mozárabes (cristianos bajo jurisdicción islámica). Aunque coexistían ambas culturas, esta distribución aportaba cierta separación en los hábitos religiosos, sin que el tañido de las campanas de la ermita afectaran en exceso a los rezos del muecín desde el alminar de la mezquita. En el Apeo los enumera como: el barrio viejo del Castillo y el de la Torreta del Clérigo, unidos por la actual calle Lucena, probablemente la calle principal del L.A.R.
Siguiendo el curso del antiguo arroyo alcanzamos el cruce de las calles Barranco y Real (hoy calle Llanos) donde se encontraba un arco de medio punto, posiblemente la puerta sur de la alquería que delimitada la zona de extramuros y como paso de las aguas del arroyo. Formaba parte de una tapia del bancal a levante que se extendía por debajo de la iglesia, y adosado a poniente con una almazara morisca (hoy restaurante Almazara), y que en el LAR aparece referenciada:
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«…pusieron en él tres vancales de Lorenzo Geben, con morales y moreras, y olivos, con una almazara caída, linderos por la parte del lugar la acequia, y por la parte de Dalias la rambla, y por parte de la fuente vancan de Bernaldino Almatrax, y por abaxo vancal de la yglesia que tenía en ceso el Beneficiado Salinas.»
La Almazara vieja.
Gracias a la película de «Patton» rodada en 1969, hoy podemos contemplar los restos del castillete que tenía la almazara en su parte a levante del tejado, un espacio que servía como habitáculo del extremo de la viga grande de madera que sostenía el peso de una gran piedra (quintal de la prensa), que por su inclinación sobrepasaba el techo de la edificación. En la misma secuencia también se puede ver el antiguo arco-puerta sur de entrada desde el barranquillo.
Bordeando el sur de la iglesia por la calle Juan A. Navarro nos acercamos a lo que era la entrada a la alquería y arranque del camino de Almería, entre la iglesia y la calle La Fuente. Un espacio que era un foro público para solar de la población árabe en torno a la mezquita, con huerto y zona de sombra con frutales, la alberca-balsa que recogía las aguas sobrantes de la fuente y que desde el repartidor se distribuía por la acequia que regaba los terrenos de abajo conocido como el Marchal de Felix.
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La pared exterior de la cabecera de la iglesia, es el lugar escogido por el Ayuntamiento para colocar en el año 2018 un mural de cerámica esmaltado con la técnica hispano-árabe de «cuerda seca», con «Las siete maravillas de Felix», elegidas por votación popular por los vecinos del municipio, resultando las más votadas: la Iglesia Nuestra Señora de la Encarnación, la Ermita, el aceite de oliva de la almazara de Felix, la Festividad de San Roque, el Arco de piedra del barranquillo, el Acueducto de los veinte ojos y el Castillo árabe.
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A continuación nos encontramos con la Fuente de Felix con tres caños que emanan de la roca debajo del cerro donde está el castillo, la principal donde se practicaba el ritual de las abluciones que precedía a la oración al encontrarse a puertas de la mezquita (iglesia vieja). Según el Apeo, la mezquita vieja estaba por encima de la fuente y debajo del castillo siguiendo el modelo andalusí de las arquerías en fondo de valle, donde la población se asentaba en ladera por encima de la mezquita. Se trata de una zona que estuvo tapiada en la época del apeo y en la actualidad edificada de viviendas, y en lo alto frente el castillo una plataforma de mirador, pero que en el siglo XVI se describía así:
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«Vna fortaleza de paredes de tierra que está entrando en el lugar por la parte de Almería a la mano derecha, en un alto, derrivada. Un solar cercado de tapia sinotro hedeficio, que dixeron que fue yglesia, … linderos por parte de abajo, la fuente.
«…el dicho lugar tiene una fuente devaxo del solar de la yglesia vieja, y de ella se hinche una valsa grande que esta cavo ella, y se rriegan las heredades del dicho lugar de la parte de avajo, quince días las que están a la mano derecha de camino que sale del lugar para Almería, y otros quince las de la otra mano, y tornando, digo, y torna a comenzar de la misma manera«
Seguimos la acera de la fuente hasta la entrada a la Plaza de la Libertad. En la esquina hay una vivienda que fue el horno (tahona) de cocer pan de la iglesia explotada por el alguacil a censo por vida. Posiblemente en el siglo XVIII pasó a ser el pósito del grano del Acervo Común Decimal del Obispado. Es un edificio noble y de sólida estructura que no se aprecia exteriormente por su revoco humilde y su aspecto popular.
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«Vna casa cubierta buena más adelante en la misma hazera que dijeron hauer sido de Vicente el Churre // morisco, linderos por parte de abaxo horno de la yglesia, …«
«..la yglesia de Felix tiene un horno frontero de ella de cocer pan y que al tiempo del lebantamiento lo tenían… declaró que le tenían a censo de vida..»
A continuación adosado al horno, está el edificio del Concejo municipal hoy casa consistorial del Ayuntamiento de Felix. Era residencia del alguacil mayor al ser capitalidad de la taha de Almexixar desde el s.XIII, por ser la plaza más poblada y cabecera histórica de la comarca, así como el alfaquí mayor estaba instalado en la mezquita-aljama, desde donde ambos impartían la autoridad sobre toda la taha. También fue residencia del Marqués de los Vélez durante la campaña militar en los días de enero de 1569.
Aunque la casa consistorial se encuentra cerrada por ser fin de semana, Gabriel consigue contactar con un empleado municipal que nos permite hacer una pequeña visita por sus dependencias más singulares, como el Salón de Plenos y la maquinaria del reloj que se encuentra en la primera planta, debajo de una pequeña torrecita en la esquina a poniente frente la plaza, donde está la esfera del reloj y coronada por dos campanas en línea, así como algunas piezas arqueológicas encontradas en el municipio ubicadas en unas humildes vitrinas.
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Entre la Plaza de la Libertad y el castillo es donde se localizaba el centro nuclear que concentraba todos los elementos básicos que dan servicio a la comunidad morisca de la alquería mozárabe de la Taha (Sant Afliy), con la fortaleza, la mezquita (iglesia vieja), la fuente, el horno, la acequia, el inicio del camino a Almería, y el cementerio. El cementerio musulmán (macaber) se localizaba al noreste en el camino de Huécija, al final de la calle Fuente en el Cercado. Con la reconquista los enterramientos cristianos se hacían en el interior de la iglesia nueva, y más tarde como se describe en el Apeo, el espacio contiguo a la iglesia nueva hacía de cementerio, donde actualmente está la Plaza de la Libertad. Los moriscos siguieron utilizando el antiguo macaber como prueba de tolerancia cristiana en los inicios de la reconquista. También en el Apeo se alude a la existencia de un reducto en la plaza, al fin de fortificarla con un parapeto de campaña tal como lo exigía los condicionantes para la repoblación.
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«.. más adelante para la yglesis. lindero ciminterio de la yglesia…«
«..camino de Vicar a Felix llega asta donde está una higuera, de las tapias adentro en derecho… a la esquina de la mano derecha un cimenterio hecho de argamasa»
«Y una higuera arrimada a la yglesia nueba.«
“An de ser obligados a hacer en los lugares de la Marina, o en los que fueren menester en las partes que les fuere señalado para su seguridad, y guarda un cercado, o reducto de tapias..”
La reconquista cristiana de Felix.
En diciembre de 1489 se reconquista Almería por los Reyes Católicos y la población musulmana de Felix continuó en el pueblo, junto a una minoría de cristianos viejos que muy lentamente fueron llegando al distrito. El sostenimiento económico seguía apoyándose en la vecindad musulmana autóctona, confiados en la promesa de que les sería respetadas su lengua, religión y costumbre. Socialmente sometidos a un estado inferior como vasallos mudéjares que subyacía un problema de difícil coexistencia que el tiempo no lograría resolver.
Los Reyes Católicos se habían reservado como bienes realengos (dependientes directos de la Corona) todos los lugares de Almexixar, renovando la anexión de la taha de Felix como tierra natural de Almería, sin menoscabo de su carácter realengo. Felix seguía con relativa autonomía la gestión de sus propios asuntos y junto a su entorno jamás perdieron su condición de taha, título aún reconocido en tiempo de Felipe II cuando se crea el concejo territorial único de Almexixar, respetando la estructuración político-administrativa de la antigua taha nazarita.
El sometimiento de los musulmanes explota en la rebelión morisca de 1568, con la publicación un año antes (y llevada a efecto) de la pragmática real por la que se proscribía el uso hablado o escrito de la lengua arábiga, así como los cantos, zambras y fiestas familiares a la antigua usanza; se suprimían a la vez los baños y la vestimenta morisca, y por último quedaba prohibida la costumbre de las mujeres de llevar cubierto el rostro. Durante esta rebelión los habitantes de Felix opusieron una gran resistencia a las tropas del Marqués de los Vélez. Con el final de la Guerra de las Alpujarras los moriscos son expulsados en 1570.
Después de dos años de lucha, la Taha de Felix quedó muy castigada por los saqueos bélicos, quedando desierta y arruinada tras la deportación de los moriscos. Con el fin de repoblar con nuevos vecinos para restablecer la producción de los campos y fortalecer la defensa del territorio, Felipe II firmó en 1573 una real provisión para la repoblación de las zonas deshabitadas. orden que en lo relativo a Felix y su distrito decía textualmente:
“Se ha acordado y ordenado que se pueble el dicho lugar de Felix con cien vecinos, que son los contenidos en un Memorial y Repartimiento que con ésta irá, y que se le dé y entregue a los dichos pobladores, conforme a lo que havemos mandado, las casas del dicho lugar y de los lugares de Enix y Bícar y las haciendas que en los términos dellos tenían y poseían los moriscos”…
Desde la Plaza de la Libertad y frente a la calle Barranco, Gabriel Cara expone como funcionaba la sociedad morisca y los nuevos pobladores en 1573. Familias campesinas que mantuvieron el complejo sistema de riego de los marchales, y que los castellanos supieron mantener el equilibrio de los turnos de riego y las superficies regables, con una rentabilidad productiva que se han mantenido hasta épocas recientes.
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Partiendo del ejemplo del Marchal de Bérchul hace una estimación de su valor productivo propiedad de 40 moriscos frente a su reparto entre 30 repobladores nuevos. Algunos moriscos en su bautismo obligatorio adoptaron nombres castellanos al que le añadían un apellido que les recordara su origen, como el el Cenetí, el Valori, de Jaén, Benavente, de Abila, de Valencia, o su oficio como Calafate (carpintero de barcos), Hadid (herrero), o simplemente apellidos cristianos como el caso de Guzmán.
Uno de estos moriscos destacable fue Luis Guzmán, alguacil colaboracionista con los cristianos viejos que tomó apellido y nombre cristiano, y que aparece en el Apeo con múltiples posesiones en la mayoría de los pagos, con tres viviendas familiares en la zona principal de Felix en la calle Barranco frente la plaza, parte en el censo del horno y, tierras en los marchales más productivos de la iglesia que trabajaba a censo de por vida. Su situación engorrosa y comprometida ante sus vecinos moriscos por apoyar el poder cristiano, le llevó a solicitar autorización para portar armas, aún siendo una concesión que estaba prohibida a los moriscos para evitar revueltas y que prueba de su grado de vinculación con la autoridad cristiana.
Las suertes repartidas a los repobladores constaba de una casa y huerta en las tres alquerías de la Taha (Felix, Vicar y Enix), bancales repartidos en seis o más localizaciones distintas, así como secanos dispersos por la Taha. Esta dispersión y distancias de las suertes recibidas generaban complicaciones a los nuevos propietarios, y un reparto condicionado a las ventajas de suertes extras entre “los posibles” y servicios prestados en la guerra de las Alpujarras, llevaron a un ajuste a lo largo del tiempo que acumularon suertes entre los más favorecidos, los mismos que tenían cargos concejiles importantes y que daría paso a la nueva oligarquía local. Pasado unos años la familia Núñez (futuro marquesado de Casablanca), se adueña de gran parte de las suertes repartidas y les aplica su derecho de censo a los nuevos pobladores (cobro de canon anual por el uso de las tierras) situación que les lleva a múltiples pleitos a lo largo del mayorazgo.
Con todos los inconvenientes a los que tenían que enfrentarse los nuevos colonos, de los 100 pobladores iniciales tan solo se consiguieron consolidar 40. De aquellas familias que lograron asentarse con apellidos tales como Hernández, López, Muñoz, García, Pérez y los Moya, así como los adoptados por los moriscos que se quedaron, nos han llegado a la actualidad diseminados por la provincia.
Iglesia Nuestra Señora de la Encarnación.
El primer elemento constructivo que sobresale de la iglesia es la torre-fortaleza adosada a su ala norte, de traza monumental y sobria de aspecto castrense. En la discusión de su antigüedad algunos la estiman que era un torreón-alminar que formaba parte del conjunto religioso-militar de la primitiva mezquita, y otros como el padre Tapia, la considera como añadida a la iglesia a mediados del s.XVI como reducto de defensa, sustituyendo el refugio del Castillo que conllevó su abandono a partir de esta nueva construcción.
Su estructura está compuesta de dos cuerpos diferenciados: la base y principal de mayor altura con forma troncopiramidal, realizada con mampostería reforzada con sillares alternantes en las esquinas, con aspilleras y vanos para la defensa que actualmente se encuentran cegados en la parte exterior; el segundo cuerpo, el campanario, hasta mediados del s.XX conservó el techo plano original, rodeado de un muro almenado que por su deterioro se procedió a su reparación en los años 50. Se encargó la obra al arquitecto almeriense Langle, rematando el cuerpo de campanas al estilo mudéjar, con ladrillos y cadenas de mampostería, y resolviendo la techumbre con un tejado a cuatro aguas con dos vanos de arco de medio punto en cada fachada, dotado de campanas solamente los vanos de la fachada de poniente que dan a la plaza.
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La vieja iglesia se localizaba por encima de la fuente al pie de la fortaleza, que separaba la zona urbana en la ladera de la zona baja de la vega. Posiblemente fue una vieja mezquita reutilizada como iglesia hasta que se construyó la nueva, o bien las ruinas de una antigua cristiana anterior a la conquista árabe. En el Apeo no se menciona la mezquita y el historiador local Luis López Navarro apunta que la nueva iglesia se construyó sobre la planta de la mezquita mayor, bajo el patrocinio de la Virgen María, en su advocación de Nuestra Señora de la Encarnación por deseo expreso de la reina Isabel en 1505.
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“Y una higuera junto a la dicha yglesia vieja con un bancal secano, linderos la fuente.
Y una higuera arrimada a la yglesia nueva.”
“La yglesia de Felix es de cal y canto, y cubierta de madera y texa y está entera que no falta más del altar y pilas de bautizar y de agua bendita, y puertas a la torre, y declararon que no tiene ornamentos, y que el conqué se dice misa al presente se llevo prestado de la yglesia de Santiago de Almería, y no tiene libros”.
De nave rectangular, fue remodelada a mediados del s. XVI por el obispo Corrionero, añadiéndole un hermoso artesonado mudéjar que fue respetado por la rebelión morisca, conservándose hasta su derrumbe por deterioro el s.XIX. También se iniciaron las obras de ampliación de la nave para darle la forma de cruz latina que tiene en la actualidad, añadiendo un crucero y una capilla mayor entre cuatro arcos torales, rematados con una bóveda de media naranja sobre pechinas, obras que duraron hasta el s.XVII
A lo largo del s.XX se realizaron obras de restauración del techo dañado: la primera en 1928 con una actuación precaria que obligó a ejecutar un forjado de hierro con una cubierta plana de ladrillo que al poco tiempo se agrietó con las inclemencias del tiempo; y la segunda en los años 50 que consistió en la sustitución de la techumbre en un tejado a dos aguas y el techo de la nave rematado con una bóveda de medio cañón sobre arcos y pilastras, rebajando su altura, tal como se presenta en la actualidad. La última actuación ha sido a cargo de la Junta de Andalucía después de haberse declarado “bien de interés cultural” (BIC), que ha consistido en reforzar y consolidar los cimientos afectados y con serio peligro de derrumbe por la humedad (corrientes freáticas) de la cercana fuente pública.
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Durante la guerra civil fueron destruidas la ornamentación interior de le iglesia (imágenes, altar mayor, retablos, cuadros, etc…), así como todos los libros de registro y el antiguo archivo parroquial, incluidas las dos imágenes de San Roque, conocidas popularmente como: “San Roquillo el Viejo”, la antigua, una pequeña talla policromada; y el San Roque “de catorce arrobas” por su tamaño y gran fuste, adquirida por el pueblo en la época de prosperidad minera. La ornamentación e imágenes actuales son todas posteriores al año 1939.
La rebelión morisca en Felix.
La mayoría de la población era morisca, pero sometida al poder de una minoría cristiana que viendo que esta se mantenía en sus ritos y costumbres propias, trata de imponer su evangelización y cristianismo a la fuerza, prohibiendo cualquier práctica de tradición morisca con la promulgación de la pragmática en 1567.
La sociedad morisca venía de una década de malas cosechas, la exportación de seda había perdido gran parte de su mercado, la presión recaudatoria era más gravosa que la de los cristianos e iba en aumento, la exigencia interesada de requerir títulos para evitar la confiscación de sus propiedades, junto los incesantes asaltos a bienes y personas cristianas, hizo imposible mantener la convivencia, que terminó con la sublevación de los moriscos en las Alpujarras el día de navidad de 1568.
En Felix, la sublevación morisca se produjo un día después (26 diciembre), alentados por los monfies Futey el Tezi, profanando la iglesia y prendiendo al párroco, los sacristanes de Enix y Vicar junto los escasos cristianos viejos de lugar, para a continuación preparar la defensa del pueblo ante la inminente llegada del ejercito cristiano.
En los primeros días de enero de 1569, los moriscos rebeldes felisarios después de los asesinatos cometidos por el márques en la batalla de Huécija, decidieron dar muerte a todos los cristianos viejos prisioneros y martirizaron al párroco de Felix, Juan García Salinas, junto con los dos sacristanes de Vicar y Enix. Según cuentan los relatos de la época, fueron llevados en procesión burlesca a la iglesia de Ntra. Sra. de la Encarnación de Felix, y bajo la peana del altar mayor colocaron al clérigo Salinas vestido según las liturgias solemnes, y con una navaja le hicieron la cruz sobre el pecho y la cara, a continuación entregaron los tres a la turba femenina que los sacaron arrastrándolos hasta una higuera en las afueras, donde fueron atados y martirizados hasta la muerte. Cuando días más tarde las tropas del Marqués de los Vélez llegan al pueblo, descargan con una implacable furia y ansia de venganza sobre los moriscos que se encontraban en el pueblo, una dramática acción que trascendió para la historia como la matanza de Felix.
Abandonamos la plaza y el barrio viejo del castillo bajando por la antigua rambla, la calle Barranco, hasta volver a la esquina de la almazara con la calle Llanos, tomamos la dirección de poniente para adentrarnos a la zona de extramuros en el barrio mozárabe. Hacemos parada en un recodo de la calle Llanos donde Gabriel nos comenta el porqué del nombre actual de la que siempre fue conocida como calle Real, una dualidad que se mantiene en el uso popular. Se trata de un reconocimiento y en memoria de Laureano de los Llanos por su labor hacia el pueblo de Felix, poniendo su apellido en una de las calles principales, donde vivió y en la que nacieron sus hijos.
La familia Llanos estaba vinculada al negocio minero de Sierra de Gádor y la medicina, encabezada por el leones Martín de los Llanos que fue médico de Huécija, Dalías y Berja, propietario y emprendedor minero en Berja. Un personaje ilustrado y afrancesado activo que tuvo que exiliarse a Francia a la salida de José Bonaparte. Casado con una felisaria tuvo a su hijo, Laureano, un personaje relevante en la historia de Felix.
Laureano de los Llanos y Pérez, nació en Berja (1800), heredó una gran fortuna y cobró especial protagonismo en la política local. Emparentó con importantes linajes de la época gracias a su matrimonio en Madrid con Mª del Carmen Calderón de la Barca de los marqueses de Sieteiglesias. Liberal moderado y anticarlista, participó con serenidad y acierto en las cuestiones públicas que afectaban a los partidos de Felix y Berja. Diputado por Almería en 1836, 1841, 1843 y 1854, y representó al distrito de Berja en la Diputación Provincial. Fue presidente de la Junta municipal en el convulso mayo de 1843 en Almería con su implicación directa contra la regencia de Espartero. Pasó largas temporadas en Felix donde murió en 1859, dejando una serie de mejoras como la construcción de los lavaderos públicos, el arreglo de las calles y la construcción de una campana para la iglesia.
El tercer hijo menor de Laureano, Belisario Virgilio de los Llanos Calderón de la Barca, nacido en Felix en 1842, como su padre, fue empresario minero y político aventurero. Resultó un personaje singular e inquieto desde que se trasladó a Madrid años después de quedar huérfano. Pérez Galdós lo define en sus Episodios Nacionales como avispado, frenético sectario y un tanto socarrón. Participó en diferentes movimientos de agitación política a favor del advenimiento de la República desde su tertulia del Café Platerías, citado asimismo por Valle Inclán en La Corte de los Milagros. No obstante, su carácter tornadizo lo enemistó con Nicolás Salmerón, presidente de la República y amigo de la familia, al punto que se alineó al rebelde almirante Contreras, cabecilla del levantamiento cantonal en Cartagena, acompañándole en las fragatas Victoria y Almansa que en julio de 1875 pretendieron apoderarse de Almería. La intentona le valió el destierro (no cumplido) a Filipinas, y la perdida de la fortuna heredada, acabando como empleado de un periódico y finalmente como contable de un teatro.
Al final de la calle Llanos entramos en un espacio urbano abierto, de traza amplia y bien proporcionado, conocido como la plaza del Ejido, nombre que le viene del término antiguo Exido, un espacio a las afueras en extramuros que no se plantaba ni se labraba, de uso común para todos los vecinos, que solía servir de era para descargar en él las mieses y limpiarlas, así como zona de pastos y corral de ganado, tal como se puede ver en la trama urbana de Felix del siglo XVI ya vista anteriormente. Probablemente esta zona del campo fue ocupada por los mozárabes, diferenciándose de los moriscos que tenían el privilegio como conquistadores de poblar la zona protegida a pie de la fortaleza, la fuente pública y la mezquita.
Con la ampliación de la zona urbana, se fueron construyendo nuevas viviendas respetando el espacio comunal alineándose alrededor del exido, configurándose con el tiempo la plaza que vemos hoy. A partir de una remodelación en 1917, se la dotó de bancos, arbolado y una fuente central (hoy desaparecida) y se recalificó (recientemente) con el nombre actual de Glorieta de San Roque.
Desde la plaza avanzamos hacía poniente hasta coger la calle empinada de San Roque, desde donde se asciende a la cima del cerro contiguo convertido en una plazoleta mirador, acondicionada con bancos, arbolado y máquinas de gimnasia, encabezada por el Hogar Juvenil y la antigua Ermita San Roque, hoy Centro de Usos Múltiples. Desde este mirador se puede divisar todo el extenso panorama del entorno, a levante la sierra de Enix con los escabrosos tajos de La Norihuela por donde se cuela la corriente traicionera «aire norihuelo», a poniente los barrancos de los Sauces y Carcauz, el Peñón de Bernal (Pizi Bernal) a pie de sierra como hito natural a lo largo de la historia para el deslinde geográfico de la comarca, y en la cima los picos de las Dos Hermanas, y hacia el sur el cercano Cerro de la Matanza, al otro extremo los llanos de Gitar y entre ambas la vista se expande hasta la costa de Roquetas.
Aprovechando estas vistas, Gabriel nos indica el punto por donde el día 19 de enero de 1569, vísperas de San Sebastián, entró el ejercito del Marqués de los Vélez para tomar el pueblo. Lo hizo por levante desde el camino de Huécija por el cerro de La Norihuela, y al alcanzar el morrón o meseta del cerro, quedaron admirados ante la hermosa vista que desde aquel punto se abarcaba, divisándose toda la costa y todo el llano de Dalías. Desde este punto las tropas cristianas atacarían el castillo, y una vez vencidas las defensas de la fortaleza, los moriscos salieron en desbandada calles abajo del pueblo, dividiéndose en tres grupos, unos hacía el sur buscando la costa, otros rambla abajo para luego tomar la sierra y el resto al cerrillo de enfrente, al conocido desde entonces como el Cerro de la Matanza, el mismo que tenemos en frente desde esta atalaya.
Ermita de San Roque.
El origen de esta ermita local puede situarse a principios del siglo XVII, construida por los cristianos viejos procedentes de parte de Castilla asentados en Felix tras la repoblación, siendo elegido la advocación a San Roque por la costumbre castellana de buscar la protección ante el azote de la peste. Con la desamortización de Mendizábal del s.XIX, el edificio se secularizó y pasó a propiedad del Ayuntamiento que ha venido utilizándose como equipamiento municipal. En la actualidad es el Centro de Usos Múltiples.
Hay discusión sobre si esta ermita fuese el segundo templo local de la atalaya, partiendo de la probable existencia sobre la cumbre del cerro de un monasterio de monjes desde la Edad Media, cuando la población mozárabe se asentaba sobre los espacios comunes de los exidos a extramuros.
Torreta del Clérigo.
Desde la calle Berchul ascendemos a la zona alta del pueblo hasta alcanzar la calle la Rosa, donde nos encontramos con la conocida como La Torreta, unas viviendas encaramadas sobre una peña y con los restos de un potente muro de mampostería, que correspondía con la torre-casa del clérigo Juan García Salinas del s. XVI.
En la época de Taha de Felix, se enviaban religiosos a las alquerías para convertir a la fuerza a los moriscos en cristianos nuevos. Los moriscos eran mayoría y al encontrarse en sierras con accesos complicados, los clérigos ante el temor de verse amenazados por un ambiente hostigado buscaban refugio en las torres de las alquerías. Unas casas-torre que funcionaban como refugio de los cristianos viejos, beneficiados, vicarios y sacristanes ante la ausencia de resguardo en las antiguas mezquitas adaptadas a iglesia. Durante muchos años su existencia ha pasado desapercibida, a pesar de que en el caso de Felix, los vecinos si han mantenido el topónimo de «la Torreta». En el libro de Apeo de Felix se referencia en los siguientes términos:
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“Otra casa de García Almoqueden, bolbiendo por la dicha calle, en la hazera frontera encima de un peñasco, linderos por la mano yzquierda saliendo casa y torre de García Salinas clérigo, y a la derecha casa de Rrafael Vorcor, e hundida ynabitable.”
“Juan García de Salinas, defunto, Beneficiado de Felix, una casa con una torre en Felix, linderos casa de Andrés Pitax y peñas”.
Estudiando las descripciones del Apeo sobre la torreta de Felix, Gabriel Cara y su padre pudieron localizar los vestigios que han llegado a la actualidad. Partiendo del dato de la necesidad de una peña y que una torre debería situarse en una zona elevada, localizaron un grupo de viviendas sobre un pequeño cerrillo que sobresalía del resto desde donde se puede divisar gran parte del pueblo, las cuales estaban cimentadas sobre un peñasco de piedra viva, a la vez que sobre un potente muro de mampostería hoy encalado. Sin duda es la Torreta del Clérigo que hoy presenta una nueva construcción que ha cubierto restos de la peña y del muro de mampostería. Conserva en su base un talud y una pequeña placita, y en medio la vivienda del almocadén donde aún se conservan la peña y el potente muro.
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Esta casa-torre estaba habitada por el clérigo García Salinas, el mismo que fue martirizado en la iglesia por los rebeldes moriscos en 1569. Adosado a la misma se encontraba la casa del morisco Almoqueden (Al-Muqaddam, término arábigo medieval: adelantado. jefe de una plaza fuerte, o capitán de una guarnición de guerreros musulmanes), alrededor se concentraban las casas de los escasos cristianos viejos que tenían la torre como cobijo a la espera de la llegada de ayuda. Hay discusión abierta sobre si su existencia es un aprovechamiento de una construcción anterior a la reconquista cristiana o fue construida tras la repoblación castellana como en el resto de pueblos del reino de Granada.
Desde la Torreta bajamos hasta la calle Barranco para encontrarnos con una estampa pintoresca de Felix, un recodo de la calle que da acceso a unos espacios sin salida con puertas panzudas y dos arcos de medio punto, uno orientado este-oeste y el otro hacia en interior de norte-sur, conocidos como los Arcos del Parral. Este recodo era la entrada por la calle principal a la antigua alquería desde el camino de Almería por Huécija, y probablemente los arcos formaban parte de la estructura de sostén de la techumbre de una «palazio» (parte pública exterior de las viviendas) que daban acceso e inicio del barrio viejo del Castillo, con callejuelas que daban al camino que ascendía a la fortaleza (hoy calle Castillo). El enfoscado moderno no deja ver sus materiales originales, pero que gracias a fotos antiguas se pueden ver su tipo de construcción con dovelas de ladrillos, seguramente de origen árabe.
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La singularidad de las puertas panzudas con su sobreancho circular, es algo típico de Felix donde muchas familias tenían viñas en los marchales, y para almacenar la producción vinícola habilitaban una parte de su casa para guardar el vino, circunstancia que les obligaba a ensanchar las puertas para poder introducir las barricas sin necesidad o imposibilidad de hacer grandes portones. A pesar de que el islam prohíbe el consumo de alcohol, lo cierto es que en época morisca se consumía para cocinar y como restituyente, siempre que no se utilice como embriagante.
Después de contemplar los arcos de entrada a la vieja alquería, ascendemos por la calle Castillo para alcanzar la cumbre del cerro donde está la fortaleza.
Castillo árabe de Felix.
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“Vna fortaleza de paredes de tierra que está entrando en el lugar por la parte de Almería a la mano derecha, en un alto, derrivada”.
Llegamos a la cumbre del cerro donde se encuentra el Castillo de Felix, asentado sobre el mismo solar donde en el siglo VIII Zugayva había construido su fortaleza como defensa oriental del territorio ocupado, y punto de vigía sobre el mar. En época nazarí (s. XIII), se construyó en el mismo lugar un segundo castillo de planta cuadrada que nos ha llegado deteriorado a la actualidad, tan solo quedan en pie restos de muros perimetrales y del patio, algún paramento del torreón principal construido en tapial con sus mechinales sobre una base de mampostería, donde se fueron adosando con el tiempo unas corralizas y otras obras de pobre calidad. Con respecto al resto de trazado del recinto defensivo, está por descubrir.
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Esta fortaleza fue el escenario del primer ataque de las tropas del adelantado don Luis Fajardo, Marqués de los Vélez, capitán general de ejército cristiano al servicio del rey de las Españas don Felipe II, que en el amanecer del día 19 de enero de 1569, desde el cerro de la Norihuela, manda descender por un pequeño llano que alcanzaba los muros del castillo, cayendo los escuadrones por los extremos de la fortaleza con una táctica envolvente para impedir la huida de los moriscos rebeldes. El ataque fue feroz y la gente andaba revuelta y desorientada, el ruido del griterío así como el sonido de las trompetas y cajas era inmenso, los narradores de la época lo describían así: «…parescía que se hundían los cielos y que se venían abajo las más altas y empinadas sierras…». El marqués termina conquistando el sitio, los rebeldes amedrentados por la furia de los caballos abandonan el reducto, dejando atrás las armas y numerosas bajas, huyendo desesperadamente en desbandada, descendiendo a tropel por las calles del pueblo.
Dejando atrás el castillo, tomamos la calle Oriente hasta el cruce con el final de la calle Fuentes, el llano del Cercado (hoy barrio Chanata), por donde entraron las tropas de Luis Fajardo y se localizaba el macaber (cementerio musulmán), y tomando la calle Fuentes nos dirigimos a un monte elevado en el cual se encuentra la ermita de Felix.
La Ermita de Felix.
Desde la calle Fuentes, tomamos la calle Ermita que va ascendiendo por un entorno muy accesible, bien acondicionado, bonito y agradable, finalizando en una meseta en la cumbre en forma de un gran mirador, ubicándose en su zona central «La Cruz» (símbolo del poder cristiano sobre el pasado árabe), coronando la cúpula de la ermita o morabito. Es una edificación cuadrada que consta de cuatro vanos laterales con arcos de medio punto, construida en mampostería revocada y encalada. Con respecto al resto de ermitas repartidas en el resto de la provincia, la de Felix tiene la singularidad de estar hueca y su interior está vacío y accesible.
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“… como se sale de Felix para Almería, hacia la cruz en llegando a ella hasta llegar al Marchal de Canjamayar, yendo por el camino de Almería…”.
También es referida como Ermita del Calvario, y para los felisarios tiene un gran valor religioso e histórico de gran importancia y solemnidad, siendo uno de los escenarios más emotivas y concurridos en la celebración de la semana santa. Es considerado como uno de los sitios favoritos para visitar por los turistas, debido al agradable paseo para llegar hasta ella con el mirador extraordinario y sus espectaculares vistas del pueblo, la sierra y el mar al fondo.
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Ermitas o Morabitos, edificaciones típicas de la baja alpujarra almeriense que se construyeron después de la reconquista como símbolo de triunfo sobre los musulmanes. Su forma es adoptada de los antiguos Morabitos del norte de África, lugar donde reside o es enterrado la persona santa o notable del pueblo (morabito), como lugar santo de culto, contemplación y meditación.
Desde este excepcional mirador, Gabriel nos indica por donde se distribuían los marchales, así como su funcionalidad y estructura agrícola. Mediante gráficos y esquemas impresos nos va explicando el origen y la importancia de los marchales en la subsistencia de la taha. En primer lugar nos define que es un marchal, refiriéndose a su origen del término árabe «ma’ÿl«, un sistema de terrazas en ladera creadas con piedra seca, aptas para el cultivo gracias a las albercas en su cota más alta, donde se almacena y distribuye el agua captada de las fuentes, construyéndose los bancales siempre por debajo de la cota de afloramiento del agua para el riego por gravedad. Un espacio agrícola condicionado a la fuente hídrica y organizado en proporción entre el agua disponible y los bancales a regar, compuesto por un cortijo (rahal), una fuente, la balsa y la acequia.
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Los marchales.
Posiblemente son de origen yemení, con técnicas procedentes del norte de África para lucha contra la aridez y aprovechamiento de terrenos en pendiente, y que han ido transformando el territorio montano a lo largo de los siglos de explotación. Esta técnica se utilizó en la taha de Felix para la ampliación de zonas de explotación, al fin de poder abastecer el aumento de la población, aprovechando las condiciones naturales de las laderas, y que posteriormente los cristianos repobladores supieron mantener ese equilibrio que ha llegado hasta nuestros días. En el periodo morisco existían grandes marchales explotados por diversas familias en régimen común, a diferencia de los pequeños que podían ser explotados por una sola familia.
La distancia de estas explotaciones agrarias a la alquería no excedía generalmente de dos o tres kilómetros, lo cual permitía no dejar la residencia en el pueblo, y por tanto mantener unida la integridad familiar, así como disfrutar de la protección del núcleo de población. Además de estar cerca de la alquería, también se sitúan próximos a las veredas ganaderas que también hacen de caminos para el tránsito de personas y el transporte de las producciones y mercancías. No hay que olvidar que la propia vega de la alquería es un marchal, donde la fuente principal estaba en la cota más alta que regaba los balates por debajo de la iglesia nueva.
Gabriel toma como ejemplo el marchal de Bérchul para explicarnos la estructura y funcionalidad de un marchal del siglo XVI. Este se estructura en una superficie de riego, secanos, ejidos, viñas, caminos, veredas, carreras, palacios, rahales, eras, fuentes y balsas.
El riego nace de la fuente y alimenta la balsa, y desde esta se reparte el agua por la acequia principal y siguiendo la curva de nivel riega todos los bancales que se aterrazan por debajo de ella (cultivos de riego como frutales y viñas). En el segundo nivel, se encuentran las hazas de secano formando un cinturón por fuera de las paratas regadas del primer nivel, aprovechándose de las aguas sobrantes y careos. Más abajo en el tercer nivel, se encuentras los ejidos en el final de los secanos en toda la periferia del marchal, una zona donde los ganados transitan y pastan las pajas y rastrojos de la propia haza, alejados de los cultivos y frutales. Ejidos que los castellanos rompieron para ponerlos en cultivo para hacer frente al aumento de la población.
Los rahales son una singularidad de la taha de Felix. Un rahal es un conjunto compuesto por una pequeña construcción (casilla) sombreada por una parra, rodeada por un balate de piedra seca que acota un huertecillo para proteger las hortalizas y frutales más delicados. Situados en los bancales justo debajo de la balsa o en la parte alta a poniente, se usaban para descansar, guarecerse de las inclemencias del tiempo o pernoctar para vigilar las cosechas.
Después de terminada la instrucción sobre los marchales de Felix, abandonamos la Ermita del Calvario, camino a un restaurante cercano en la calle Oriente para reponer fuerzas y compartir sensaciones con el disfrute de la gastronomía felisaria.
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Para terminar esta interesante jornada de visita a la antigua alquería de Felix y después de reponer las fuerzas, abandonamos la zona alta, y emulando a los moriscos en su huida por la carga del ejercito del márques, bajamos en diferentes grupos por las mismas callejuelas, con la abismal diferencia que nosotros lo hacemos de forma pausada y agradable, disfrutando de los rincones típicos del pueblo, y no en desbandada y aterrorizados por el acoso militar. A la llegada a la plaza de la Libertad, coincidimos con el alcalde de Felix, Baldomero Martínez Carretero, quien nos agradece la visita y espera que haya sido de nuestro agrado, para a continuación una parte más reducida del grupo junto a Gabriel, optan por finalizar la ruta con la subida a la cima del Cerro de la Matanza.
El Cerro de la Matanza.
Se encuentra al suroeste del límite de la población de Felix, delimitado a su noroeste por el antiguo camino al Campo de Dalias y azagador (Cordel de Felix), y al sureste los marchales de Majadilla y Regina con el antiguo camino de Vicar.
Iniciamos su ascenso desde el antiguo camino a Dalias, hoy calle Roquetas de Mar, bordeando el cerro por su vertiente noroeste por el Cordel de Felix tomando el camino que sube a las antenas y una vez alcanzada la cima (hoy Mirador Monte del Carmen), Gabriel nos relata in situ lo acontecido en aquel lugar.
La batalla del cerro.
En los días de enero de 1569, previo a la llegada del ejercito cristiano que se encontraba en el pueblo de Huécija tras su conquista a los rebeldes, los moriscos de Felix se preparan para hacerse fuertes ante la eminente llegada del ejercito del marqués. Confiados en la condición casi inexpugnable del cerro como baluarte rocoso, refuerzan las defensas naturales aprovechando las cercas de los corrales existentes en la cima, recreciéndolas con piedras recogidas en el mismo cerro e incluso propios enseres, improvisando parapetos de construcción rudimentaria y sin mampuestos. Allí pusieron a resguardo los ajuares y bastimentos que tenían, y los quebrados conocidos como «canjorros» se aprovecharon para salvaguarda de los ganados y caballerías que habían conseguido reunir. Una vez que la población divisó la cercanía de las tropas cristianas, las personas no aptas para la lucha, en su mayoría las mujeres y los niños, acudieron rápidamente a refugiarse en estas defensas.
Después de la toma del Castillo de Felix (19 de enero) al mando del Luis Yáñez Fajardo de la Cueva, II Marqués de los Vélez, los guerreros moriscos huyeron en desbandada calles abajo, dispersándose en tres grupos, los que tomaron la dirección al mar por el camino de Vícar que fueron interceptados y arrollados por la caballería, los que tomaron dirección a la sierra por las ramblas corrieron mejor suerte difuminándose por la sierra norte, y el tercer grupo que intentó resistir refugiándose en las casas del pueblo, terminó indefenso y concentrándose al pie del cerro (La Mesa) donde se hicieron fuertes los moriscos. Numerosas mujeres que desde la cima contemplaban el acoso que estaban sufriendo sus guerrilleros, decidieron descender animadas de «varonil coraje» sumándose al cerco sin más armas que piedras, pero la defensa terminó sucumbiendo bajo los efectos de la arcabucería cristiana, y según el historiador Pérez de Hita, testigo de los hechos, nos relata lo siguiente: «El endiablado escuadrón de Lorca – nos dice – parecía subir volando por la cuesta arriba con furia infernal, y mataba o hería cruelmente a todos los que se ponían por delante, que cada uno de los soldados parecía un ardiente rayo..»
El avance de la infantería y su ascensión sin tregua y cuartel al cerro, obligaba a los moriscos su repliegue hacía el extremo meridional del cerro, justo al límite del profundo tajo sobre el abismo de Las Majadillas. Cercados los moriscos en aquel punto, otro historiador contemporáneo, Luis de Mármol, nos cuenta: “atemorizadas moras al ver aquel estrago y que a nadie se daba cuartel, puestas a la orilla del tajo que miraba al mar, se abrazaban unas con otras y llorando y gritando dolorosamente se derrumbaban abajo…”. Otras moriscas ante la situación angustiosa reclamaban clemencia cristiana, pero al final todos los que se habían acogido al cerro terminaron arrojadas por el tajo, unas por propia voluntad y el resto a la fuerza.
Al día de hoy aún no se sabe la cifra exacta de las victimas este suceso. Según el historiador Nicolás Cabrillana en su libro Almería morisca (1989) dice que «el exterminio casi completo de la población morisca de Enix y Felix… es uno de los acontecimientos más crueles de toda nuestra historia bélica.» y enorme el botín de esclavos y esclavas obtenidos en Felix». Por parte de otro historiador, Javier Castillo, en su obra Alzamiento y guerra de el reyno de Granada (2015) nos dice: «Quedaron muertos y cautivos entre hombres y mugeres, chicos y grandes, como 500 personas. Díjose que el marqués no quería que quedase simiente ni quien pelease, y que mató a los chicos porque se fuesen a la gloria y los grandes al infierno, pues ellos lo tenían escogido«.
Según un informe del propio marqués del día 27 de enero, contabiliza la muerte de 2.500 moriscos y todos los cabecillas rebeldes. Sobre víctimas cristianas tan solo ha trascendido unos 50 heridos. Pero lo más llamativo fue la cantidad de unos 800 esclavizados, la mayoría mujeres y niños que como botín de guerra fueron repartidos entre la tropa, un lote para el concejo como reserva de la Corona y otro para las autoridades de la plaza, que al fin terminó en un comercio generalizado de compra-venta de esclavos para rentabilizar el botín.
Aparte del lucrativo reparto de esclavos, las fuentes históricas hablan de un rico botín de sedas, ropas, enseres, piezas de oro… que los soldados quedaron tan satisfechos que en gran número desertaron del ejercito para volver a sus casas, lo que generó un gran problema y malestar para el marqués que tuvo que tomar severas medidas disciplinarias a los desertores.
La batalla de Felix con su final dramático, no solo ha tenido trascendencia como hecho histórico, también ha legado a la memoria popular el topónimo del Cerro de la Matanza, así como el canturreo de las continuas generaciones de niños felisarios en su correrías por el cerro, emulando de forma teatral a un pequeño morisco que había perdido a toda su familia en el tajo y clamando: «Por aquí se tiró mi padre, por aquí se ha tirao mi madre… ¡Por aquí me tiro yo!.
Desde esta atalaya natural, Gabriel nos va mostrando los restos de muros de piedra seca, los balates a dos caras longitudinales que se van desparramando cerro abajo, sin duda vestigios de los antiguos corrales aprovechados y recrecidos por lo moriscos para sus defensas. También bajo una estructura que quizá sirvió de cobertizo a pastores, o mini cortijo, encontramos los restos de la torre «nazarí», que decía Gabriel que no la habían encontrado y se sorprendió que Samuel Caro (Presidente de Athenaa) le dijera que eso era lo más parecido a una torre, sospechando que se pueda tratar de «La Torrecica», una atalaya nazarí para el control de las entradas a Felix desde el mar y el Campo de Dalías.
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El libro del Apeo también refiere de «un cementerio hecho de argamasa» situado al noreste del pie del cerro, a lo que Gabriel deduce que al estar situado justo donde se produjo la tragedia y por el elevado número de víctimas, se tomara la decisión de habilitar una fosa común cercana donde darles sepultura, coincidiendo con la segunda cruz de Felix en el camino de Vícar a su paso por Regina y Lonayara.
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Con este último escenario tan cargado de historia y tragedia, damos por finalizada nuestra jornada en Felix, como capital de la La taha de Almexixar o de Remepipar, una visita intensa y llena de curiosidades que Gabriel de una forma ejemplar, agradable, apasionada y muy amena, nos ha dirigido y sabido empatizar con su interés por esta alquería morisca con toda la riqueza de hechos, datos y emociones atrapadas en sus rincones, con una batalla como protagonista en toda la secuencia árabe. Agradecemos de forma muy especial a Gabriel Cara por su dedicación y entrega a nuestra visita, de la que nos vamos con una nueva imagen de Felix, un pueblo con muchas raíces árabes y con gran protagonismo en la historia de la comarca, un patrimonio interesante con los vestigios de un pasado intenso, un relato repleto de emociones y dramatismo que han ido forjando las bases de nuestra actualidad. Sin duda, invitamos a visitarla y adentrarse en su historia para descubrir una parte importante de la historia de la Comarca del Poniente.