Con motivo de la presentación de la colección «Historia de Almería» editada por el Instituto de Estudios Almerienses (IEA), el pasado 6 de marzo la Diputación de Almería ha vuelto a celebrar una nueva edición de Las Tardes del IEA, y donde el Presidente de Athenáa, Samuel Caro, ha colaborado en el acto con la ponencia El descubrimiento de Ciavieja.
El Patio de Luces de la Diputación de Almería ha sido testigo de la presentación de un trabajo colosal, donde el diputado provincial, Carlos Sánchez, ha sido el encargado de dar la bienvenida a todos los asistentes, y ha señalado que “esta es una de las iniciativas más personales y exitosas del IEA… el proyecto editorial más importante que ha emprendido esta institución en sus más de dos siglos de vida».
Un compendio de cinco volúmenes que siguen la línea marcada por este centro de estudios locales de conjugar rigor científico y enfoque didáctico de toda la historia de Almería. Un proyecto muy ambicioso en el que han participado cerca de 150 autores aportando la información más actualizada y rigurosa acerca del pasado almeriense, con un contenido que destaca por su texto y multitud de ilustraciones, algunas inéditas, y con un diseño novedoso en gran formato que ha resultado una edición de gran calidad.

En esta edición de las Tardes del IEA bajo el tema de «Historias de la nuestra historia», el IEA ha programado un acto divertido y ameno, algo diferente dirigido a los almerienses inquietos para saber de su historia pero no por ello menos riguroso que otros tipos de eventos.

Para esta visión cultural y también lúdica, varios expertos han compartido curiosidades y grandes acontecimientos recogidos en la colección que se presenta, y ha sido a partir de varios hechos singulares, significativos, historias cortas de cinco minutos para recordarnos que esa historia sencilla, anecdótica, que nos cala y está en la vida de todos los almerienses y para hacer la tarde más agradable, acompañada de música en directo interpretada por un cuarteto de cuerda.
Para dar paso a las ponencias, Alfonso Ruiz, uno de los coordinadores que ha desempeñado esta labor junto a los historiadores e investigadores Julián Pablo Díaz, Bienvenido Marzo y Pedro Martínez, tomó la palabra para destacar diferentes acontecimientos de la historia de Almería incluido en este trabajo editorial, ilustrado y amenizado por vídeos e imágenes.
A continuación los autores y colaboradores han ido exponiendo sus ponencias con diferentes temáticas, anecdóticas o complementarias de los grandes hechos histórico, con la intención de suscitar el interés del lector por la obra presentada, al fin de conocer y saber más sobre la historia almeriense.
Los relatos presentados han sido: Huevos de Baria por José Luis López Castro (Catedrático de Historia Antigua de la UAL); Un cementerio mozárabe en Almería por Rosa Morales Sánchez, Licenciada en Geografía e Historia; La matanza de Saida por María Carmen Amate Martínez, Licenciada en Geografía e Historia; El campamento Álvarez de Sotomayor por Pedro Martínez Gómez, Doctor en Historia; y El descubrimiento de Ciavieja por
el presidente de Athenáa, Samuel Caro Gómez, Licenciado en Geografía e Historia con especialización en Prehistoria y Arqueología.
En relación a la ponencia que expuso el presidente de Athenáa, Samuel Caro, su contenido literal es el siguiente:
«EL DESCUBRIMIENTO DEL MOSAICO DE CIAVIEJA»
Buenas tardes a todos.
«Historias de nuestra Historia», un título que define el hecho del descubrimiento del Mosaico de Ciavieja, porque hay hallazgos que tienen su propia historia, y no sólo la que representan.
En este sentido, el moisaico de Ciavieja representa tres historias:
- – la de la Murgi romana, en proceso de excavación, y con muchas sorpresas;
- – la del contexto histórico en el que apareció allá por diciembre de 1983, en un nuevo municipio naciente y emergente, que es la que nos interesa hoy; y
- – la ventana que se abrió a la Prehistoria para desvelar que la importancia histórica de Ciavieja quizá no sea tanto la romana, sino la de los al menos 3000 años que anteceden a Murgi desde el Neolítico Reciente, y que justifican la columna estratigráfica del Museo de Almería.
No me compete a mi hablar del resultado de las excavaciones. Tampoco procede hablar del mosaico en sí cuando existe una magnífica publicación recientemente publicada y editada por el IEA que estudia pormenorizadamente los mosaicos de Almería, pero que en realidad gira en torno al mosaico de Ciavieja, hasta la fecha de hoy el más completo aparecido.
Por tanto, la historia del descubrimiento es más interesante en sí misma por cómo aconteció y por lo que significó en su día, así como las consecuencias que tuvo para la puesta en valor de Ciavieja y el inico de las investigaciones arqueológicas.
Recientemente en Athenaa hemos realizado una mesa redonda con las personas que de forma directa intervinieron en el descubrimiento hace 41 años, aunque lamentamos las ausencias por fallecimiento de Ángel Aguilera y Paco Escobar, sus descubridores e impulsores junto a Carlos Cantón. La inquietud de aquellos jóvenes por la historia de su pueblo les llevó una mañana de diciembre a ir al paraje de Ciavieja (ya de por sí significativo el topónimo) a lo que les parecía en los mapas topográficos como los restos de un anfitetaro, según contaban. Y así fue, se toparon con un estupendo socavón con dicha forma excavado hacía años por una máquina para extraer tierra para invernaderos y rellenar los muelles del Merco. En uno de sus perfiles encontraron una fina línea de teselas con el mortero que sorporta cualquier mosaico.
La emoción debió ser desbordante. Un subidón, sin duda. De inmediato informaron a las autoridades locales, quienes se mostraron muy interesadas, llegando a nombrar un «comité de expertos» con el único cometido, poco científico, pero sí muy práctico, de sacar a la luz lo suficiente del mosaico como para trascender a los medios y tomarse en consideración Cultura que había que realizar en el sitio un par de campañas arqueológicas de urgencia. El hervidero de gente y curiosos en esos días de fin de año y comienzos del siguiente venía a ilustrar el entusiasmo de una población ávida de Historia, pero de la de su pueblo. Parecía como si de un plomazo El Ejido pasara de no tener historia, a tenerla, y además con un magnífico mosaico de un glorioso pasado romano de una Murgi que emergía de sus cenizas. Quizá aquella gente, sus descubridores, curiosos y paisanos respiraron con alivio al quitarse semejante losa. «¡Por fín tenemos Historia!». Debió serlo pues algunos de los elementos del mosaico pasaron a formar parte de los logos de diversas áreas del naciente municipio de El Ejido. Aunque siempre permanecería desde entonces, incluso desde mucho antes, hasta el día de hoy otro de los tópicos del imaginario: «El Ejido hace cuarenta años no era nada» que refleja a las claras el profundo desconocimiento, no sólo de la historia que esta tarde nos preocupa, sino la del pasado reciente parralero, prehistoria necesaria de nuestro modelo agrícola.
Por casualidades de la Historia, el mosaico apareció cuando tenía que aparecer, ni antes ni después. Eran momentos de la Transición y del camino hacia la autonomía andaluza, pero también el del nacimiento de un nuevo municipio que necesitaba de sus señas de identidad, al igual que sus gentes. Quizá por eso se comprendió que destinar 500.000 pesetas para la excavación y levantamiento del mosaico estaba justificado en un pueblo que, por diversos motivos, tenía carencias de todo tipo solo a nivel de infraestructuras, como el asfaltado de calles, el alumbrado público o el alcantarillado que justificaron aquel movimiento ciudadano municipal. Por eso el mosaico tenía que jugar un papel crucial en este proceso de concienciación ciudadana hoy un tanto olvidada y que Athenáa trata de incentivar desde la historia y el patrimonio.
Del mosaico no se sabe que quizá hubo un pre-descubridor, que el levantamiento se hizo de noche por parte de los restauradores dado que las altas temperaturas hacían peligrar su integridad, además de que se dividió en 22 fragmentos, o que se trata de un mosaico viajero: se restauró en el instituto de Bachillerato de Santo Domingo (primer instituto de El Ejido y del Poniente), pasó al Círculo Cultural y Recreativo (donde se hizo la primera concienciación de memoria colectiva entre los ejidenses con la exposición «El Ejido, 5.000 años de Historia»), luego pasó a los bajos de la entonces Biblioteca donde permaneció guardado (que no expuesto, con los graves inconvenientes que conllevó pues requirió de una nueva intervención de restauración pocos años después), hasta que finalmente salió a la luz y se expuso en la sala de arqueología del Teatro Municipal. Años después pasó a su ubicación actual, la CAEE en el Auditorio de El Ejido. Pero lo mejor de todo, no viajó hasta Almería, al Museo provincial, donde sin duda hubiera quedado desarraigado de sus historias, las que he contado, y de sus gentes. Aunque para las instituciones locales, para Athenáa y para la comunidad educativa queda el reto de darlo a conocer para que se le considere como propio y como bandera de un pueblo que tiene mucha historia, que aparece poco a poco a fuerza de palustrín y paciencia arqueológica.
Finalmente, como curiosidad, el mosaico presenta elementos de iconografía báquica que vinculan directamente la Murgi romana con el El Ejido actual y su historia reciente: las uvas y las máscaras «teatrales» con el pasado parralero y la afición por el teatro, las bases económicas y culturales de lo que somos hoy.
Esta es la importancia del descubrimiento del mosaico de Ciavieja. Muchas gracias.