La muerte nunca es bienvenida, pero llega. Nunca es justa, pero llega. En la mayoría de los casos nunca avisa, pero llega. Nunca sabemos cuándo va a tocar a nuestra puerta, pero llega. Normalmente pasa de largo, la vemos cerca, hasta que llega y nos toca a la puerta.
A Antonio Campos Reyes le ha llegado además de manera trágica, terrible, inmerecida. Nadie merece una muerte así, una muerte terrorífica, execrable.
Antonio era algo más que un historiador solvente y reconocido, más que un gran profesional en su trabajo. Antonio era sobre todo un amigo, una persona servicial siempre dispuesto a ayudar, un persona con principios y valores como pocos, un hombre de Fe y devoto de la Virgen de Gador.
En todas esas facetas encontró Athenáa a Antonio siempre dispuesto para todo lo que necesitó, incluso más. Con él contamos para que nos expusiera la propuesta de difusión patrimonial de Berja en las conferencias sobre Murgi, con su consiguiente visita a la ciudad, la que le vio nacer y a la que tanto amaba. Lo hizo como lo hacía todo, con dedicación, con devoción, con esmero, pero además tenía un gracejo que enganchaba a la gente de momento y hacía disfrutar de sus conocimientos. Con Antonio contó además para ayudarnos en la Gala de los Premios Athenáa 2023 con el tema de la uva. Y con Antonio estaba en estos momentos trabajando Athenáa para otros proyectos que sin duda ya no se harán, o no se harán sin su sabio criterio.
Pero Athenáa también acompañó a Antonio en sus proyectos, en los que trabajaba con ahínco, mucha dedicación y amor, como ocurrió en la puesta de largo de la inauguración del Molino del Perrillo de Berja, así como en la inauguración de la exposición permanente sobre el ilustre virgitano Miguel Salmerón sito en el citado Molino.
Se nos va un historiador, más bien nos lo han arrebatado, conocedor de la religiosidad popular y la historia y tradiciones de la Alpujarra. Pero sobre todo se nos va un amigo, un amigo entrañable y cercano.
Antonio, te vas, pero tu ejemplo queda, que es el mejor de los legados que puede dejar una persona. Esa es la verdadera inmortalidad. Siempre estarás ahí, y nos seguirás acompañando.
